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Confesión de fe en perspectiva menonita Confesión de fe en perspectiva menonita
Creemos que el bautismo de creyentes con agua es una señal de ser lavados del pecado. El bautismo es también una señal ante la iglesia de su pacto con Dios para andar en el camino de Jesucristo gracias al poder del Espíritu Santo. Los que creen se bautizan en Cristo y en su cuerpo por medio del Espíritu, el agua y la sangre. El bautismo es un testimonio acerca del don que hace Dios de su Espíritu Santo y de la obra constante del Espíritu en las vidas de los creyentes. Por medio del Espíritu nos arrepentimos y volvemos hacia Dios en fe. El bautismo del Espíritu Santo capacita a los creyentes a andar en novedad de vida, a vivir en comunidad con Cristo y la iglesia, a ofrecer la restauración y el perdón de Cristo a los necesitados, a testificar con valentía sobre las buenas noticias de Cristo, y a esperar compartir la gloria futura de Cristo. El bautismo con agua es una señal de que la persona se ha arrepentido, ha recibido el perdón, ha renunciado al mal y ha muerto al pecado [1], por la gracia de Dios en Cristo Jesús. Lavados así, los creyentes se integran en el cuerpo de Cristo en la tierra, la iglesia. El bautismo con agua es también una señal del compromiso a servir a Cristo y a ministrar como un miembro de su cuerpo conforme a los dones que cada uno ha recibido. Jesús mismo solicitó ser bautizado con agua al comienzo de su ministerio y envió a sus seguidores a «hacer discípulos de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo» [2]. El bautismo se celebra en obediencia al mandamiento de Jesús y como un compromiso público de identificación con Jesucristo, no sólo en su propio bautismo con agua, sino en su vida en el Espíritu y en su muerte en amor sufridor. El bautismo de sangre, o bautismo de sufrimiento, es ofrecer la vida, incluso hasta la muerte. Jesús entendía como un bautismo la entrega de su vida al derramar su sangre por otros [3]. También calificó de bautismo el sufrimiento y la muerte de sus discípulos [4]. Los que aceptan el bautismo de agua se comprometen a seguir a Jesús en la entrega de sus vidas por otros, en el amor a sus enemigos y en la renuncia de la violencia, incluso cuando ello suponga su propio sufrimiento o muerte. El bautismo cristiano es para aquellos que confiesan sus pecados, se arrepienten, aceptan a Jesucristo como Salvador y Señor, y se comprometen a seguir a Cristo en obediencia como miembros de su cuerpo, dando y recibiendo cuidados y consejos en la iglesia. El bautismo es para las personas que han llegado a la edad de dar cuenta de sus propias vidas y que libremente solicitan el bautismo basándose en su respuesta a Jesucristo en fe [5].
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