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PDF Confesión de fe en perspectiva menonita

Confesión de fe en perspectiva menonita
Iglesias Menonitas de Canadá y Estados Unidos


Artículo 3. El Espíritu Santo

Creemos en el Espíritu Santo, el Espíritu eterno de Dios, quien habitó en Jesucristo, da poder a la iglesia, es la fuente de nuestra vida en Cristo, y ha sido derramado sobre aquellos que creen, como garantía de nuestra redención y de la redención de la creación.

Es por medio del Espíritu de Dios que fue creado el mundo, fueron inspirados los profetas y los que escribieron las Escrituras, fueron capacitados para ello los que siguieron la ley de Dios, concibió María, y fue ungido Jesús cuando su bautismo [1]. Es por el poder Del Espíritu Santo que Jesús proclamó las buenas noticias del reino de Dios, sanó a los enfermos, aceptó la muerte en la cruz, y fue resucitado de entre los muertos.

Cuando Pentecostés, Dios empezó a derramar su Espíritu sobre toda carne y a reunir la iglesia de entre muchas naciones [2]. Como morada del Espíritu Santo, la iglesia alaba y adora a Dios y produce el fruto del Espíritu. Por los dones del Espíritu Santo, todos los cristianos han de desempeñar cada uno su ministerio particular. Por la guía del Espíritu Santo, la iglesia alcanza la unidad en doctrina y acción. Por el poder del Espíritu Santo, la iglesia predica, enseña, da testimonio, sana, ama y sufre, siguiendo el ejemplo de Jesús su Señor.

El Espíritu Santo llama a las personas al arrepentimiento, convence de pecado, y guía hacia el camino de justicia a los que se abren a la obra del Espíritu [3]. Las Escrituras nos instan a someternos al Espíritu, a no resistir ni apagar el Espíritu [4]. Por el agua y por el Espíritu, hemos nacido de nuevo en una familia de Dios. El Espíritu mora en cada hijo de Dios, trayéndonos a una relación con Dios. Gracias al Espíritu que mora en nosotros, hemos sido constituidos coherederos con Cristo si es que padecemos juntamente con él, para que seamos también glorificados juntamente con él [5]. El Espíritu nos enseña, nos recuerda la palabra de Jesús, nos guía a toda verdad, nos da poder para hablar la palabra de Dios con audacia [6].

El Espíritu Santo hace posible nuestra vida en comunidad Cristiana, nos consuela en el sufrimiento, está presente con nosotros cuando padecemos persecución, intercede por nosotros en nuestra debilidad, garantiza la redención de nuestros cuerpos, y certifica la redención de la creación en el futuro [7].

  1. Sal 104,30; Mi 3,8; Ez 36,26-27; Lc 1,35; 3,22
  2. Jl 2,28-29; Hch 216-18
  3. Jn 16,8-10
  4. Is 63,10; Hch 5,3; Ef 4,30; 1 Ts 5,19
  5. Jn 3,5; Ro 8,14-17
  6. Jn 14,26; 16,13; 1 Co 2,14; Hch 4,24-31
  7. Mt 10,20; 2 Co 5,5; Ro 8,26-27; Ef 1,13-14; Ro 8,18-23
 
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