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Schipani, "El cuidado personal" Manual de Psicología pastoral © 2016 Daniel S. Schipani
Foco El texto escogido de I Corintios refleja sin duda una vivencia fundamental del apóstol Pablo respecto a su persona y su ministerio: aunque dice no sentirse digno de ser llamado «apóstol», él testifica que su vida, su identidad, y su vocación son fruto de la gracia divina. En otras palabras, la fuente principal de su auto-afirmación y su auto-estima es el amor divino que opera en su vida por creación, redención, y santificación. Por más importante que haya sido la contribución de los antepasados, la educación recibida, los recursos disponibles, y el esfuerzo propio, nada supera el valor de la gracia de Dios. Y el mantener conciencia de semejante bendición es un factor clave de la salud y del cuidado personal. El texto de Hebreos es una exhortación dirigida a la comunidad de fe como tal. Se trata nada menos que de su responsabilidad para aliviar la carga física, emocional-mental, y espiritual de sus pastoras y pastores [1]. Aunque el trabajo sea arduo, difícil, o complejo, es necesario que tales líderes trabajen con alegría porque la queja constante es síntoma de una frustración ministerial crónica que amenaza seriamente su salud en las tres dimensiones (espíritu, alma y cuerpo). La exhortación resulta ser así la contraparte del compromiso ministerial que, por ejemplo, Pablo expresa en II Corintios 1: 24: «No que nos enseñoreemos de vuestra fe, sino que colaboramos para vuestro gozo…» Las dos referencias neo-testamentarias nos marcan el rumbo de trabajo para este último capítulo centrado en el cuidado personal de quienes hacen acompañamiento pastoral. Seguimos adelante, entonces, con los tres objetivos siguientes:
EXPLORACIÓN Las labores pastorales y otras relativas al liderazgo de nuestras comunidades de fe normalmente incluyen una gran variedad de responsabilidades y tareas que demandan muchas energías físicas, mentales/emocionales, y espirituales. Esta situación se complica seriamente en el caso de congregaciones integradas por personas que enfrentan serios desafíos socio-económicos (ej. el desempleo) y socio-culturales especiales (ej. inmigrantes). Por lo tanto, el cuidado de la salud integral—es decir, la salud física, mental/emocional y espiritual—de quienes acompañan pastoralmente es un compromiso ineludible que deben asumir no sólo tales líderes sino también las congregaciones como verdaderas comunidades de fe; además se trata de una responsabilidad de los encargados de orientar y apoyar a congregaciones y pastores a nivel de Conferencia y de Denominación. Es interesante notar que el tema de la necesidad del cuidado personal aparece referido claramente en las Sagradas Escrituras, como ilustraremos brevemente a continuación. Uno de los pasajes mejor conocidos relata la situación de Moisés trabajando intensamente como juez de Israel y corriendo el riesgo de un agotamiento, como bien captara su suegro Jetro (Exodo 28:13-23): «No está bien lo que haces. Desfallecerás del todo, tú y también este pueblo que está contigo, porque el trabajo es demasiado pesado para ti y no podrás hacerlo tú solo» (v. 17). El profeta Elías se vio desbordado por la adversidad y el temor, huyó al desierto, y deseó morirse: «Basta ya, Jehová, quítame la vida, pues no soy yo mejor que mis padres» (I Reyes 19:1-4). Es posible que la falta de cuidado espiritual haya contribuido al doble pecado de David en relación a su fascinación con Betsabé (II Samuel 11). Jesús, por su parte, entendió muy bien el riesgo del agotamiento y la importancia del cuidado personal, tal como lo sugieren, por ejemplo, las referencias a la necesidad del descanso (Marcos 6: 31), y la oración a favor de sí mismo después de haber ministrado a una multitud (Mateo 14: 22-23). Hoy día se considera al «agotamiento nervioso» («burnout», in inglés) como una verdadera epidemia entre los líderes pastorales. Curiosamente, entre los factores de riesgo se incluyen numerosos valores, virtudes, y expectativas las cuales, bajo ciertas circunstancias, se pueden convertir en elementos francamente patógenos (o sea, generadores de disfunción o enfermedad), tales como los dos siguientes:
Existen por cierto también muchos factores externos que tienden a general estrés y desánimo, como los siguientes:
El cuadro de agotamiento suele incluir no sólo desaliento y una especie de angustia depresiva sino también una medida de agresividad, generalmente subconsciente, que puede volverse contra uno mismo y contra otras personas en el hogar o en la iglesia. De ahí la importancia de la llamada «prevención primaria», o sea evitar colocarse en una situación que provoque debilitación y agotamiento. De lo contrario, en cuanto comienzan a aparecer señales de tal condición se deben tomar las medidas necesarias para que la situación no se agrave y se vuelva crítica («prevención secundaria»).
CONEXIÓN En los últimos años hemos aprendido cómo prevenir mejor, ya sea «primaria» o «secundariamente» el agotamiento y desaliento en el ministerio pastoral de manera que tal ministerio pueda seguir siendo fiel y competente frente a las necesidades de cuidado y acompañamiento de aquellas personas a quienes servimos. Por ejemplo, en un estudio reciente que hice entre pastores y pastoras de América Latina, se identificaron nueve factores de sostén y apoyo y crecimiento:
APLICACIÓN Hemos enfatizado la necesidad de atender a nuestra salud integral, o sea el cuidado del cuerpo, el alma (o «psique») y espíritu. Como en el caso de los capítulos anteriores, esta última sección nos desafía a decidir y actuar. Ahora bien, siendo que el corazón del acompañamiento pastoral, como en todo ministerio, es promover la verdadera humanización a la luz de Jesucristo y el reino de Dios, la formación y transformación espiritual debe recibir atención especial. Por lo tanto, debemos reflexionar especialmente sobre nuestra espiritualidad en el marco del desafío del cuidado personal.
Lecturas recomendadas Howard Clinebell. «¿Cómo lograr que continúen creciendo las capacidades para el cuidado y el asesoramiento?». En Asesoramiento y cuidado pastoral. Grand Rapids: Libros Desafío, 1999, págs. 405-419. Edwin H. Friedman. «Las familias de los clérigos». En Generación a Generación: El proceso de las familias en la iglesia y la sinagoga. Buenos Aires: Nueva Creación: 1996, págs. 377-422. Jorge A. León. «Tensiones psicológicas en el ministerio pastoral», y «Potenciar la familia». En Psicología pastoral para el ser humano integral. Buenos Aires: Kairós, 2010, págs.185-222. Pablo Polischuk. «La Persona que aconseja» (Motivación, Genuinidad, Ética en el Consejo). En El consejo integral: Su ontología, teología, psicología y praxis. Edición del autor, 2012, págs. 571-604.
1. Atención: la referencia a «sujetarse» no debe entenderse como en una relación autoritaria en que los pastores ejercen un poder sobre la congregación y ésta tiene la obligación de obedecerles. Se interpreta más bien como una relación de respeto por el don y ministerio de liderazgo pastoral y reconocimiento de la autoridad espiritual de pastoras y pastores. |