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Schipani, "Acompañamiento de la pareja" Manual de Psicología pastoral © 2016 Daniel S. Schipani
…dejará el hombre a su padre y a su madre, se unirá a su mujer y serán una sola carne.
Foco El texto de Génesis 2:24 aparece al final de la historia de Adán y Eva en el Edén y afirma que hombres y mujeres compartimos en forma complementaria una misma naturaleza humana creada por Dios. Ese profundo significado del texto se reitera en otros pasajes bíblicos—Mateo 19:5, Marcos 10:7-8, I Corintios 6:16, y Efesios 5:31—lo cual refleja el valor central que tiene en toda antropología (o visión del ser humano) fundamentada bíblica y teológicamente. Por lo tanto, también resulta básico para toda teología de la pareja humana y del matrimonio. En «El Cantar de los Cantares» [1] hay dos enamorados que manifiestan alternativamente sus sentimientos apasionados de amor. Un hombre y una mujer así expresan la delicia de su atracción mutua, la angustia por la ausencia de la persona amada, la alegría del encuentro y, especialmente, sus deseos de entrega recíproca y posesión mutua. En fin, se trata de un bello canto al amor humano erótico entre un hombre y una mujer y refleja con elocuencia lo fascinante de la atracción amorosa entre dos seres humanos cuya relación como pareja es exclusiva y duradera. Tal canto corresponde claramente a una dimensión central del amor compartido por una pareja en el noviazgo y el matrimonio, la cual suele incluir una fuerte dosis de idealización (y por lo tanto, negación inconsciente de lo negativo).Tal tendencia a la idealización, a veces peligrosa, del amor erótico y romántico también la revelan los poemas, como en Cantares 4:7: «¡Qué hermosa eres, amada mía!, no hay defecto alguno en ti!». Lo cierto es que, tarde o temprano, los «defectos» de la persona amada deberán reconocerse y aceptarse con una adecuada dosis de comprensión y buen humor. La Carta a los Efesios incluye varias exhortaciones prácticas para el matrimonio cristiano y la familia. Fue escrita en y para un contexto sociocultural cuando las mujeres estaban subordinadas a los hombres, especialmente en el matrimonio [2]. A pesar de ello, encontramos la doble enseñanza novedosa que el «sometimiento» o «sujeción» ha de ser recíproco (o sea, respeto, lealtad y fidelidad mutuas), ¡y nada menos que en el espíritu de Jesucristo! Es un grave error de interpretación y aplicación, por lo tanto, afirmar que en Efesios 5: 23 (el marido es «cabeza» de la mujer) y otros (por ejemplo I Corintios 11:3-10, 13-15) [3] se presenta algo así como «el orden de Dios» para las relaciones de género y sexo, y para el matrimonio en particular, para todos los tiempos y culturas. La pastoral de acompañamiento a la pareja comienza con el reconocimiento de esas realidades humanas con foco en el amor en sus diferentes formas y las múltiples posibilidades y riesgos de la vida matrimonial. Con tales bases bíblico-teológicas junto a los recursos provenientes de las ciencias psico-sociológicas abordamos el contenido de esta capítulo según los objetivos siguientes:
EXPLORACIÓN Rasgos de la pareja saludable Todo acompañamiento y consejería de la pareja, incluyendo a los llamados «seculares», siempre incluyen criterios de bienestar y salud que reflejan valores éticos relativos a la vida buena o deseable. En el caso de la consejería cristiana y pastoral, tales criterios generalmente se explicitan. Por ejemplo, una lista muy útil de los rasgos de un buen matrimonio es la que presentan Betty y John Drescher en respuesta a la hipotética situación que es el título de su libro (en inglés) «Si fuéramos a comenzar nuestro matrimonio de nuevo» [4]:
Por su parte, Jorge Maldonado explica cómo la relación de pareja es el eje de las relaciones familiares [5]. Después de notar que nuestra cultura nos equipa con la habilidad de enamorarnos e iniciar una relación, pero no con destrezas para permanecer en el amor, Maldonado ofrece varias pistas como las que destacamos abajo.
La investigación revela repetidamente que la pareja que permanece felizmente casada muestra una constelación de indicadores de salud que puede sintetizarse en pocas palabras como destacamos a continuación:
CONEXIÓN Orientación prematrimonial Mi experiencia profesional y la de muchos colegas sugiere que, en principio, podemos tener en cuenta dos pistas clave en relación a la orientación prematrimonial: (1) ésta debe tener una duración óptima, o sea ni muy extensa ni demasiado breve; y (2) debe complementarse con alguna forma de acompañamiento neo-marital, es decir la oportunidad de compartir experiencias de ajustes y crecimiento más allá de la «luna de miel». Formato para un programa básico. Los cuatro pasos siguientes pueden servir como punto de referencia para elaborar planes de orientación prematrimonial adaptables a diferentes contextos y circunstancias.
El modelo propuesto se presta para el acompañamiento prematrimonial de parejas cuyas situaciones pueden ser muy diversas, tal como lo sugieren las alternativas incluidas en la ejercicio indicada a continuación.
Cómo acompañar a las parejas que enfrentan conflictos críticos En toda relación humana, tarde o temprano aparecen conflictos debido a necesidades insatisfechas y diferencias de opinión. La relación matrimonial y las relaciones familiares presentan un sinnúmero de oportunidades para que surjan conflictos interpersonales de diverso tipo. Sin embargo, tales conflictos deben considerarse, en principio, como normales y neutrales— ni «buenos» ni «malos»—aunque siempre deseamos evitar aquellos que son evitables y resolver saludablemente los más problemáticos. Por lo tanto, generalmente no necesitamos recibir ayuda fuera del ámbito privado de la pareja o la familia misma porque contamos con recursos internos y externos que nos permiten superar la tensión y la desorientación que los conflictos suelen generar. En ciertos casos, sin embargo, el tipo de situación conflictiva y el grado de frustración y sufrimiento pueden hacer necesario el acompañamiento o la consejería pastoral. Detrás de profundos desacuerdos y discordia conyugal suele encontrarse motivos como los siguientes:
Es posible ofrecer al menos cierto grado de buen acompañamiento pastoral a la pareja que enfrenta un serio conflicto y una situación de crisis matrimonial, aun cuando no se tenga una capacitación profesional como terapeuta matrimonial y de familia. Como en otras situaciones, es indispensable que quienes brindamos tal ayuda seamos personas emocional y espiritualmente maduras y saludables. También es indispensable contar con un óptimo nivel de competencia, tal como destacamos en otros capítulos (especialmente los 3, 4, 9, y 10). El método de asesoramiento a la pareja que se presenta a continuación presupone que ministramos teniendo en cuenta ciertas convicciones clave. Las mismas tienen bases sólidas tanto en la psicología como en la teología cristiana:
Un método con cinco fases Hay una amplia variedad de situaciones que generan serio conflicto y aun crisis matrimonial. En todos los casos, sin embargo, podemos observar ciertos factores comunes: insatisfacción, ansiedad, tendencias agresivas y regresivas, distorsiones en la comunicación, y otros. A continuación se encuentra un modelo sencillo basado en las observaciones anteriores y que puede ser adoptado como acercamiento para abordar situaciones conflictivas que enfrenta una pareja matrimonial. La primera fase consiste en hacer posible la catarsis o liberación emocional asociada con el conflicto crítico que la pareja presenta. Esposa y esposo tienen la oportunidad, cada cual en su turno, de expresar su frustración y también de identificar lo que, desde su perspectiva personal, son las causas aparentes o posibles de la situación. O sea que el primer acuerdo importante que debemos facilitar es el de permitir a cada cónyuge la libre expresión de sus emociones, especialmente las «negativas» (ira o enojo, aflicción, etc.). Esto requiere de nuestra parte, como consejeros, la capacidad y disposición para aceptar incondicionalmente a las personas en su situación, y para tolerar calmadamente las ansiedades y tensiones resultantes. Requiere además la firmeza y consistencia necesarias para dirigir el proceso de manera que no haya interrupciones y discusiones fuera de lugar. En la segunda fase, invitamos a la pareja a que identifiquen aquellas necesidades personales insatisfechas. Lo deben poder hacer en sus propios términos y desde su punto de vista. La idea es pasar desde unas expresiones emocionalmente sobrecargadas (primera fase) hacia un juicio cada vez más realista y objetivo de la situación conflictiva. La pareja puede entonces señalar diversas áreas, tanto en la relación conyugal como en su experiencia personal, donde hay carencias y frustraciones específicas. La posibilidad de describir concretamente los motivos de descontento, discordia, e insatisfacción, es de por sí un logro importante en el proceso de ayuda. Conseguir que cada uno escuche y acepte la queja de la otra persona, es un objetivo muy valiosos en esta fase. En la medida que se ha podido trabajar con la pareja en los términos indicados arriba (fases 1 y 2), ahora es posible indagar sobre cuáles son los puntos fuertes o positivos en la relación conyugal y en el/la otro/a cónyuge. En esta tercera fase invitamos a la pareja a que identifique aquellas virtudes u otros aspectos específicos que cada cual aprecia o valora en su cónyuge. Es importante que puedan hablarse directamente y en primera persona y, quizás como pocas veces antes, practicar una sincera afirmación explícita y mutua. También se puede utilizar el simple recurso de papel y lápiz para que cada cual complete la expresión «En ti yo aprecio…» con una lista que puede incluir referencias a la belleza física, actitudes o hábitos, capacidades o habilidades, cualidades de carácter, etc. Después se invita a cada uno a que responda mencionando qué recuerda de la expresiones de aprecio y cómo se siente ante tal reconocimiento. Mi experiencia como consejero es que siempre ayuda que demos ejemplos personales de nuestro propia vida conyugal (o profesional, si somos personas solteras) como forma de aclarar la tarea y alentar al mismo tiempo a la pareja. Continuando con este proceso de acompañamiento, en la cuarta fase invitamos a la pareja a que señalen, en orden de preferencia, de qué maneras su cónyuge podría ayudar a resolver la situación conflictiva. (en el caso del uso de papel y lápiz, la lista sería en respuesta a la expresión «De ti yo necesito…»). Nótese que ponemos el foco en el futuro y no el pasado. En vez de insistir en las quejas y recriminaciones, orientamos a la pareja a pensar en cómo mejorar su situación actual. Además de promover así una disposición esperanzada, estamos guiando a cada uno a expresar sus necesidades y deseos en forma clara y directa. Procuramos así que se desarrollen mejores patrones de comunicación al tiempo que se hace más fácil reconstruir o fortalecer la relación conyugal misma. En la quinta fase se compara la lista de cada cónyuge después de haber reconocido las aspiraciones de la otra persona. La pareja puede entonces determinar qué necesidades y aspiraciones son comunes a ambos (por ejemplo, pasar más tiempo juntos, mejorar su relación sexual, administrar las finanzas de común acuerdo, etc.); cuáles son simplemente diferentes (por ejemplo, para uno el área de las finanzas y para otro el de las relaciones con la familia de origen); y cuáles son contradictorias (por ejemplo, diferencias marcadas respecto a la sexualidad, las relaciones con la familia, la administración de las finanzas, etc.). Seguidamente les invitamos a considerar acuerdos para que logren una mayor satisfacción mutua, comenzando con el foco en una necesidad prioritaria que comparten (por ejemplo, la de pasar más tiempo juntos, o mejorar su relación sexual). Les estimulamos a que consideren cómo y cuándo habrán de satisfacer esa necesidad compartida. Debemos insistir en que sean lo más específicos posible en cuanto a las expectativas y las responsabilidades que cada cual asume para enriquecer su vida matrimonial con posibilidades de progreso y crecimiento. El solo hecho de establecer un compromiso de ese tipo ante la presencia de una tercera persona—nosotra/os como consejera/os— tiende a reforzar todo el proceso que estamos considerando. Y mejor aun cuando se trata del acompañamiento conjunto de un grupo de parejas. Después de considerar otras necesidades, no ya compartidas sino diferentes y aun contradictorias, si la pareja ha progresado en el caso de las necesidades compartidas, el desafío del crecimiento matrimonial ahora indica la posibilidad de negociar otras alternativas y soluciones de compromiso. En síntesis, aspiramos al progreso en el enfrentamiento constructivo y creativo de situaciones de conflicto crítico, y en el establecimiento de patrones de comunicación y de relación de pareja cada vez más saludables. APLICACIÓN Segmento de un caso de consejo pastoral: «Me preocupo demasiado…» Carmín le ha contado que ella está muy preocupada últimamente, y esto le Jorge y Carmín son cristianos de 29 y 27 años de edad respectivamente, y tienen un hijo de cuatro años. Jorge es ingeniero y, en los últimos meses, ha tenido que trabajar en forma intensa. Él admitió en una sesión anterior que no ha podido pasar mucho tiempo junto a su familia debido a sus ocupaciones profesionales. También comentó que tal situación es temporaria y terminará pronto. Su sentido de responsabilidad y su afán de prosperar en el área vocacional-profesional y en lo económico le han impedido encontrar una alternativa al período de trabajo intenso. —Carmín ha sido una ayuda fiel y concienzuda durante este tiempo de trabajo excesivo —dice Jorge—. La amo y no veo que haya nada malo en nuestro matrimonio… —Él es bueno conmigo y paciente con mis errores… Jorge es realmente un guía amante para mí. Mi problema es que no puedo dormir bien. Tal vez me preocupo demasiado sin razón —dice Carmín. —¿Qué es lo que le preocupa específicamente, Carmín? —pregunta el/la consejero/a. —Me preocupa nuestro matrimonio. No quiero que falle como falló el de mis padres. Todo parecía bien hasta que, de repente, se vino abajo —responde Carmín. Y añade— He estado meditando sobre el mensaje de Filipenses 4:6,7 sobre el asunto de estar afanosos y sé que preocuparse demasiado es pecado, pero me parece que no puedo evitarlo…
Pistas para ayudar a parejas como Carmín y Jorge Una buena estrategia de cuidado y consejo pastoral para parejas que enfrentan situaciones difíciles y aun críticas, incluye las pistas—o sea, principios en el sentido de guías confiables para la práctica—siguientes:
Programa de enriquecimiento matrimonial Todo el material considerado en esta capítulo puede utilizarse también en un programa para el enriquecimiento matrimonial, cuya meta es ayudar a las parejas a lograr que sus relaciones que funcionan bien en términos generales sean más satisfactorias y plenas para ambos. Tal programa de enriquecimiento puede incluir objetivos específicos, como ser: identificar y desarrollar el potencial personal e interpersonal que no estén utilizando; mejorar la comunicación y resolución de conflictos; hacer más placentera su vida íntima y sexual; cultivar una espiritualidad saludable; y establecer sus propias metas para los próximos pasos de su vida como pareja, incluyendo un plan para continuar su crecimiento matrimonial en función de tales metas. Hay una variedad de actividades posibles para las parejas que participen en un programa de enriquecimiento. Lo importante es que dichas actividades contribuyan al logro de la meta general y los objetivos propuestos. Algunos ejemplos a considerarse incluyen: momentos de inspiración espiritual; breves presentaciones sobre temas escogidos; ejercicios y asignaciones individuales y en pareja (por ejemplo cuestionarios sobre comunicación, satisfacción conyugal, etc.); dramatizaciones de situaciones conflictivas y pistas para mejorar la comunicación; tiempo de reflexión en pequeños grupos; momentos de recreo y esparcimiento. Otro requisito indispensable para celebrar un programa exitoso es la cuidadosa consideración de los recursos necesarios—personales y otros (por ejemplo, Biblias, papel y lápices, marcadores, computadora para presentación en «power point», etc.).
Junto con la educación cristiana de la adolescencia y la juventud, la orientación prematrimonial, y el cuidado pastoral de parejas que enfrentan serias situaciones de conflicto, los programas de enriquecimiento matrimonial completan un plan de acción necesario para el acompañamiento de parejas. Se trata nada menos que de una expresión especial de la iglesia como ecología de cuidado, sanidad, y plenitud humana. Tal plan de acción debe incluir, además, la atención al acompañamiento de la familia como tal, tema que abordamos en la próxima capítulo. GENOGRAMA DE MI FAMILIA [7] El genograma es como un mapa de su familia. Los mapas permiten descubrir las montañas, desiertos, valles y ríos. En forma similar, el genograma es una herramienta gráfica que muestra la estructura de la familia, parecida a un árbol genealógico. El genograma le dará un cuadro parcial de la dinámica de su familia (hasta tres generaciones) y le ayudará a visualizar la configuración y características que ésta tiene. El genograma ilustra acerca de la etapa del ciclo vital de la familia, los acontecimientos vitales, relaciones afectivas, y recursos del grupo familiar. Puede ser comparado a una radiografía de la familia, en la que se evidencian las pausas relacionales actuales y transgeneracionales. Los símbolos usados a continuación sirven para presentar información rápida de las relaciones familiares. Ponga las fechas de los eventos más significativos (nacimientos, matrimonios, divorcios, fallecimientos, etc.) y, de ser posible, los nombres de sus familiares en el lugar correspondiente. Si es necesario, cree otros símbolos que vaya a utilizar.
Ejemplo: En el mes de febrero de 1981 tuvo un aborto espontáneo, porque se enteró que su esposo tenía una aventura amorosa con Juana. Desde esa fecha tiene una relación conflictiva y lejana con él, porque hace 5 años viajó a Estados Unidos y no ha vuelto. Luego tuvo dos hijas Ana de 25 años y Laura de 20. Ana está casada con Jorge y tiene gemelas. Todos viven juntos en la casa de la mamá de Elías, doña Rosa. Lecturas recomendadas Esly Regina Carvalho. Cuando se rompe el vínculo: Separación, divorcio, y nuevo casamiento. Buenos Aires: Kairós, 2001. Howard Clinebell. «El asesoramiento para el enriquecimiento matrimonial y la crisis de la pareja». En Asesoramiento y cuidado pastoral. Grand Rapids: Libros Desafío, 1999, págs. 233-270. Edwin H. Friedman. «La teoría sistémica de la familia», y «Las familias dentro de la congregación». En Generación a Generación: El proceso de las familias en la iglesia y la sinagoga. Buenos Aires: Nueva Creación: 1996, págs. 25-261. Jorge A. León. «El matrimonio hoy», «El matrimonio y las estructuras familiares», y «El asesoramiento pastoral de la pareja». En Psicología pastoral para la familia: Una perspectiva cristiana de orientación famliar. Cleveland, TN: Editorial Evangélica, 2009, págs. 19-104. Jorge E. Maldonado. «La relación de pareja: El eje de las relaciones familiares». En Introducción al asesoramiento pastoral de la familia. Nashville: Abingdon Press, 2004, págs. 59-80. María Elena Mamarián. «Prevención de la violencia en el noviazgo». En Hugo N. Santos, ed. Dimensiones del cuidado y asesoramiento pastoral: Aportes desde América Latina y el Caribe. Tomo II. Buenos Aires: Kairós, 2012, págs. 127-156.
1. El título de este libro, que forma parte del grupo de libros sapienciales de Israel (junto con Job, Salmos, Proverbios, y Eclesiastés) significa «el más bello de los cantares» o «el canto por excelencia». Los poemas reunidos en él se conectan con los cantos que se entonaban en las antiguas fiestas de bodas (ej. Jeremías 25:10, 33:11). Aunque el nombre del rey Salomón aparece en el título, los eruditos nos dicen que la frase hebrea traducida por «de Salomón» puede no significar que él fue el autor de esos poemas sino más bien que los mismos le fueron dedicados a ese rey; otra posibilidad es que el autor haya identificado a Salomón como el personaje a quien el canto hace referencia. 2. También encontramos instrucciones muy similares en Colosenses 3:18-24. 3. A pesar de las referencias claramente contextuales a la subordinación de la mujer, al final Pablo expresa el valor y la convicción clave siguiente: «Pero en el Señor, ni el varón es sin la mujer ni la mujer sin el varón…todo procede de Dios» (I Corintios 11:11-12). 4. John and Betty Drescher, If We Were Starting our Marriage Again (Nashville: Abingdon Press, 1985). 5. Jorge Maldonado, Introducción al asesoramiento pastoral de la familia (Nashville: Abingdon Press, 2004). 6. Las instrucciones para el genograma se encuentran al final de este capítulo. 7. Adoptado de Sara Baltodano, El cuidado pastoral de la familia en un mundo cambiante e inseguro (Guatemala: Ediciones SEMILLA, 2007), 139-143. |