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Schipani, "Psicología y acompañamiento pastoral" Manual de Psicología pastoral © 2016 Daniel S. Schipani
Foco Aquellos textos de Salmos y Job ilustran el enfoque y el contenido de lo que suele llamarse sección de Sabiduría (incluyendo poesía) en el Antiguo Testamento. En tal sección también están Proverbios, Eclesiastés y Cantar de Cantares. A diferencia de los libros de la Ley (Pentateuco) y de los Profetas, en los libros de Sabiduría encontramos profundas reflexiones sobre la condición humana y sus múltiples luchas y posibilidades con escasas referencias a situaciones históricas específicas. Por tal motivo esta literatura bíblica a menudo expresa lo que podríamos llamar un conocimiento psico-teológico indispensable para el acompañamiento pastoral. Los versos seleccionados del Salmo 139 se conectan con la pregunta y la declaración del Salmo 8:5-6: «¿qué es el ser humano para que te acuerdes de él…para que le cuides? Apenas inferior a un dios lo hiciste…» Verdaderamente, hemos sido creados a imagen y semejanza de Dios (Génesis 1:27). Sin embargo, el pecado y el mal desfiguran esa imagen y desdibujan su belleza. Por eso necesitamos re-orientar nuestra vida, tanto personal como comunitariamente, a la luz de la sabiduría y la gracia divinas. Ése es en síntesis el mensaje de los textos de Job sobre el «temor del Señor» y la verdadera sabiduría e inteligencia. Y éste es el principio guía del cuidado y el acompañamiento pastoral frente a todo tipo de situaciones que exponen nuestras limitaciones, vulnerabilidad y fragilidad, junto con nuestro potencial para crecer, reconciliar, y sanar. Por lo tanto, nuestros objetivos para esta capítulo son:
EXPLORACIÓN El caso siguiente puede ayudarnos a reconocer el valor de las contribuciones provenientes de la psicología y la psicoterapia al servicio de la ayuda a la familia en el contexto de la iglesia. La ocasión que condujo a la entrevista parcialmente transcripta abajo es un programa de orientación en torno al desarrollo y la educación de la niñez, incluyendo ciertas guías sobre la disciplina en el hogar. Tal programa es parte de la estrategia de una iglesia que se considera «ecología de cuidado y plenitud humana» (tema del capítulo 1). Poco antes de la entrevista se había tenido dos sesiones (abiertas a madres y padres de la comunidad) junto con unas charlas de mucho interés sobre temas relativos al crecimiento de las niñas y los niños. Susana es una mujer de 27 años quien participó en aquel evento muy motivada debido a que sentía que necesitaba más información y mejores destrezas para relacionarse con su hija Cristina (una niña muy vivaz, de 3 años) quien, según Susana, presentaba señales alarmantes de rebeldía y desobediencia, las cuales eran difíciles de controlar. Con tal preocupación y propósito en mente, Susana había solicitado una orientación suplementaria y más personal. (C: consejera o consejero; S: Susana) C: ¿Le ha resultado útil la orientación que presentamos…? S: Bueno, sí, aprecié las sesiones que tuvimos y las sugerencias que se dieron sobre cómo tratar a los niños pequeños…Pienso que me han servido hasta cierto punto, pero siempre surgen problemas. Cuando estoy sola en casa con Cristina las cosas andan mejor, pero en cuanto llega mi esposo del trabajo…¡parece que todo se viene abajo! C: Señora, ¿ha hablado con su esposo sobre estas cosas?...me refiero a si ha compartido con él la orientación que consideramos en las charlas… S: He tratado de hacerlo, pero a él no le gusta hablar de estas cosas. Me parece que no se da cuenta de lo que está pasando. Fíjese, Carlos es de la idea que a las niñas pequeñas no hay que disciplinarlas…y Cristina sabe muy bien lo que piensa su papá. Así que ella se aprovecha cuando él está en casa. Esto echa a perder todo lo que yo hago en el día. Cristina me dice: »papi no me hace hacer esto…o aquello…» C: Ya veo…usted me estaba diciendo que ha tratado de dialogar con su esposo sobre la disciplina de Cristina…Me pregunto, sin embargo, hasta qué punto han hecho el esfuerzo por hablar de este asunto… S: Supongo que no hemos hecho un gran esfuerzo…me temo que, si insisto, vamos a terminar peleando. Además, yo no sé cómo explicarle a mi esposo de la forma en que el tema se trató en las charlas de orientación en la iglesia… (…)
La teoría y la práctica de la psicología se desarrollaron notablemente en el transcurso del siglo pasado. A la psicología psicoanalítica (o «psicodinámica») fundada por Sigmund Freud, le siguió la llamada «conductista» (modificación del comportamiento) y, después, la psicología humanista (o «existencialista»). Por mucho tiempo se llamó a tales corrientes psicológicas, la primera, segunda, y tercera «fuerza» psicológica, respectivamente. Ellas describen e interpretan la conducta humana y la personalidad, y fundamentan la consejería y la psicoterapia de maneras particulares. El cuarto movimiento importante en psicología es el enfoque sistémico, aplicable especialmente a la familia. Hoy día pueden identificarse centenares de enfoques psicoterapéuticos relacionados más o menos directamente con aquellas corrientes. Desde una perspectiva cristiana cabe decir, por un lado, que ninguna de tales «escuelas» psicológicas puede por sí misma hacer plena justicia a esa compleja realidad que es el ser humano. Se trata siempre de perspectivas parciales y, por lo tanto, incompletas. Por otro lado, cada una de ellas nos puede ofrecer valiosos recursos, tanto teóricos (perspectivas de análisis, modelos de personalidad e interacción humana, conocimiento de procesos de cambio, etc.) como prácticos (tipos de intervención, métodos terapéuticos, estrategias de ayuda para situaciones específicas, etc.). Regresemos ahora al caso de Susana, Carlos y Cristina. La primera pregunta del ejercicio 2 motiva a practicar la observación y descripción (tal como debe ocurrir, por ejemplo, en el proceso de consejería). La segunda pregunta invita a ir un paso más allá—analizar e interpretar esos datos. Posiblemente usted respondió indicando que hay una seria dificultad en la comunicación de aquella pareja. La niña parece aprovechar la situación, inconscientemente claro está, de manera que irrita a su mamá y parece crear tensión entre esposa y esposo. Susana siente como que esposo e hija están contra ella o, por lo menos, que nadie colabora con ella. Madre e hija llegan a relacionarse con rivalidad. Da la impresión que hay un círculo vicioso que genera frustraciones y la posibilidad de agresión verbal y física. Se entiende que una buena consejera o consejero hará un papel mediador para facilitar una mejor comunicación entre esposo y esposa de modo que aumente la satisfacción personal y conyugal para todo el núcleo familiar. Al buscar comprender la situación y estar dispuestos a ofrecer ayuda, ¿de qué maneras diferentes pueden ayudarnos aquellas cuatro orientaciones psicológicas principales? El cuadro siguiente resume las contribuciones posibles relacionadas con las categorías de foco principal de atención, meta de la consejería, y supuestos subyacentes.
Sin duda, cada una de las cuatro perspectivas psicológicas nos ofrece una ayuda valiosa. Las y los terapeutas más competentes pueden utilizar recursos diversos de acuerdo al tipo de situación que se enfrenta y a las características y preferencias personales de las personas que reciben ayuda profesional. Ahora bien, quienes ofrecemos acompañamiento y consejería desde la fe cristiana debemos subordinar nuestro saber psicológico y clínico a la sabiduría (y la gracia) a que hacen referencia los textos con los que iniciamos esta capítulo. Tal afirmación nos lleva ahora a considerar más detalladamente la naturaleza de la relación entre teología y psicología en el acompañamiento y consejería pastoral, tema que desarrollamos en la sección que sigue. CONEXIÓN La diferencia principal entre psicología y teología, especialmente la teología cristiana, consiste en que esta última ofrece una comprensión de la realidad más completa (porque incluye el mundo espiritual) y una visión de la vida buena (o sea, valores, ética personal y social) a la luz de Jesucristo y el Reino de Dios. De ahí la afirmación categórica hecha en el párrafo anterior de que debemos subordinar el saber psicológico al teológico. Por lo tanto, la relación entre psicología y teología puede entenderse según los tres principios siguientes:
En la próxima sección ilustraremos esa relación interdisciplinaria al servicio de la comprensión de espiritualidad saludable o no-saludable («tóxica»). Luego examinaremos un ejemplo de cómo aplicar esa relación interdisciplinaria a la práctica de acompañamiento y a la consejería pastoral en particular. Comprensión interdisciplinaria de la espiritualidad. Es posible identificar una variedad de espiritualidades: religiosas y no religiosas (algunas son budistas, humanistas, etc.); y cristianas de diverso tipo (contemplativas, carismáticas, proféticas, evangélicas, etc.). Para poder caracterizarlas como relativamente saludables o no saludables, tales espiritualidades pueden considerarse según respondan a normas y criterios tanto psicológicos como teológicos. Por un lado, muchas diferentes espiritualidades pueden ser psicológicamente funcionales, es decir, pueden ayudar a la persona a integrar su personalidad con una cierta orientación hacia lo sagrado que le brinda significado, le ayuda a conectarse con otras personas y con el mundo en general, y le da sentido de dirección. Sin embargo, esas mismas espiritualidades pueden ser teológicamente inadecuadas de acuerdo a ciertos criterios y normas de la teología. También existen espiritualidades las que, según juicios y criterios psicológicos, pueden no ser «saludables» aunque sí lo sean desde una perspectiva teológica. En otras palabras, una manera muy práctica de explorar este tema tan interesante e importante consiste en estudiar la espiritualidad con un enfoque interdisciplinario que incluya normas psicológicas y teológicas de análisis y evaluación, tal como lo presenta el diagrama siguiente. Observemos entonces las cuatro posibilidades que se nos presentan:
Hemos afirmado que las importantes contribuciones de la psicología deben subordinarse a los criterios y juicios de nuestra teología cristiana. Por lo tanto, esos criterios y juicios nos ayudan a determinar que ciertas espiritualidades nunca pueden ser realmente «saludables», aunque sí pueden ser psicológicamente funcionales (integradoras), tal como se ejemplifica en el cuadrante #2. Del mismo modo, nuestras normas teológicas de evaluación pueden calificar a ciertas espiritualidades como «sanas» (en el sentido de deseables y fieles) aun cuando resulten psicológicamente no funcionales (porque tienden a provocar conflicto con fuerzas opuestas), como en el caso del cuadrante #3. La situación ideal, obviamente, es la representada en el cuadrante #1 como manifestación del «camino, la verdad, y la vida…» (Juan 14:6). Una vida espiritual bien integrada y fiel se espera que sea la realidad personal y comunitaria en el contexto de nuestra participación en la iglesia como comunidad de cuidado, salud y plenitud humana. Semejante bendición es en última instancia un regalo de Dios para disfrutar y para compartir también o, mejor dicho, especialmente, más allá de la comunidad de fe como expresión concreta de la «vida abundante» prometida por Jesucristo. Comprensión interdisciplinaria de una práctica pastoral. El mismo tipo de análisis es aplicable al caso de nuestras prácticas pastorales de acompañamiento. Tomemos por ejemplo el caso de la oración en una visita pastoral en el hospital. No hay duda de que hay diferentes maneras de orar sabiamente a favor de una persona internada en un centro de salud. En todos los casos, tal oración intercesora debe ser motivo de bendición. Esa oración debe expresar una verdad teológica-espiritual profunda (por ejemplo, la presencia sostenedora del Espíritu de Dios en toda circunstancia). Pero también debe ser de ayuda mental-emocional (por ejemplo se incluye el pedido a favor de la confianza y contra la ansiedad y el temor; se ora a favor del personal que atiende al paciente; se incluye el compromiso de continuar acompañando a la persona y a su familia, etc.). Lamentablemente, también hay maneras perjudiciales de orar junto a un paciente, como podemos identificar con algunos ejemplos sencillos en el cuadro con las normas y criterios psicológicos y teológicos (casos de los cuadrantes 6, 7, y 8):
Comprensión interdisciplinaria en la consejería pastoral. Santiago era un pastor jubilado, de setenta y seis años de edad. Había estado padeciendo indicadores de depresión (tristeza persistente, fatiga, desgano y falta de interés por actividades que antes disfrutaba, dificultad para tomar decisiones, etc.). Su médico le había recetado un antidepresivo y le había sugerido también que consultara a un consejero pastoral. Santiago había sido un pastor muy activo y productivo durante la mayor parte de su vida y le resultaba muy difícil adaptarse a la vida de «jubilado»; también había comenzado a hace trabajos voluntarios en la iglesia y así aportar algo de su gran experiencia y sabiduría. El consejo pastoral con Santiago incluyó, primero, determinar si su depresión era principalmente una reacción a las pérdidas relacionadas con su transición profesional o una condición que requería asistencia médica especializada; y segundo, considerar los temas interrelacionados de la identidad y la familia, la fe y la vocación. A continuación se encuentra la lista de temas en perspectiva psicológica que consideré con Santiago:
Desde una perspectiva teológica-espiritual y pastoral, acordamos enfocar varios temas interrelacionados:
En consecuencia, las metas integradas de la consejería que acordamos fueron las siguientes:
APLICACIÓN
Lecturas recomendadas Jorge A. León. «La posibilidad de conocer al ser humano», y «Conocer al ser humano como imagen de Dios». En Psicología pastoral para todos los cristianos, 13ra. Ed. Buenos Aires: Kairós, 2008, págs. 21-58. Pablo Polischuk. Primera Parte («Consideraciones teóricas»). En El consejo terapéutico: Manual para pastores y consejeros. Barcelona: CLIE, 1994., págs. 23-198. Pablo Polischuk. «La teología y el consejo; Antropología bíblica». En El consejo integral: Su ontología, teología, psicología, y praxis. Edición del autor, 2012, págs. 63-90. Daniel S. Schipani. «El consejo pastoral como práctica de sabiduría». En Daniel S. Schipani, ed. Nuevos caminos en psicología pastoral. Buenos Aires: Kairós, 2011, págs. 57-78. |