San Eloy ante el rey Clotario. Cuadro: hacia 1370, Museo del Prado |
Pero… ¿Para qué?
por Agustín Melguizo
Cada año, la Iglesia Evangélica Comunidades Unidas Anabautistas se auto propone un tema sobre el que hacer énfasis. El año 2015, nuestro lema se basó en 2 Corintios 5,17: De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es, las cosas viejas pasaron, todas son hechas nuevas. El lema fue:
«Ya no soy el mismo. He sido rediseñado».
Ahora para este año 2016, hemos aprovechado la misma idea, añadiéndole un gran «¿Para qué?»
Para entender la idea que hay detrás, tenemos que ir al evangelio, cuando Jesús viene a ser bautizado por Juan Bautista y al salir del agua. Cuenta el evangelio que se oyó la voz de Dios diciendo, más o menos: «Me gusta. Ha quedado bien. Me complace». El plan de Dios Padre de enviar a la tierra a su Hijo, en forma humana, le convence. Lo ve y se siente entusiasmado con el resultado.
Ahí estábamos el año pasado. El diseño es bueno. Pero no se queda ahí la cosa; la acción empieza ahora.
Volviendo a Jesús, tras este episodio comienza su vida pública, su labor, aquello para lo que ha venido a la tierra. Y en este aspecto es donde queremos incidir durante este año 2016. Dios ha hecho de nosotros un buen diseño. No es sólo una cuestión estética, sino que nos ha hecho personas capacitadas para cumplir bien la misión que nos ha encargado.
Seguidamente al bautismo de Jesús, vienen una serie de episodios que nos indican cómo el diseño se tiene que adaptar a ciertas necesidades. Cuenta el evangelio que fue llevado por el Espíritu al desierto: El plan de acción de Jesús se fragua aquí, en la soledad con su Padre.
Luego al final del desierto vienen las tentaciones. A través de las propuestas de Satanás, Jesús opta por renunciar a sí mismo, a lo que pueda parecerle conveniente a él, para hacer la voluntad de su padre. Me desafía la coherencia y honradez de Jesús en este episodio de su vida.
Cuando uno se encuentra con Dios entra en una fase de coherencia personal: uno no hace de cristiano, sino que es cristiano. Hoy día falta mucho de esto en nuestra sociedad. La falta de coherencia de los políticos, de los empresarios, de los que tienen poder, abunda por todas partes; pero a menudo el germen de la incoherencia —la corrupción— también está en nosotros. Somos corruptos en lo que está a nuestro alcance. Una de las ideas para este año es que avancemos en esta área de nuestra coherencia personal.
He leído recientemente una breve biografía de San Eloy y me parece que en ella se refleja muy bien lo que queremos explicar:
En el siglo VII hubo un rey de los francos llamado Clotario II al que se le antojó tener bajo sus posaderas la silla más lujosa y suntuosa que hubiera existido. Convocó a los mejores ebanistas y orfebres y les pidió consejo e ideas, a lo que todos respondieron con ideas grandiosas, solicitando ya de paso enormes cantidades de oro y plata para llevar el proyecto a cabo. Ninguno acabó por llevarse el gato al agua y el rey, que no veía su idea satisfecha, conoció a Eloy.
Eloy era un carpintero y fue presentado al rey como un prodigio en su artesanía. Clotario II confió en él y le hizo el encargo, dotándole lógicamente de lo que necesitara para su proyecto. Poco tiempo después se presentó en la corte el artesano con un enorme bulto sobre un carro y tapado con un manto.
Cuando el rey descubrió el trabajo, no había una silla sino dos. Ambas hechas con una perfección y un gusto que deleitó al rey. Este, encantado, le preguntó cómo era posible que habiéndole entregado él los metales preciosos para una única silla hubiera sido capaz de hacer dos sin pedir más suministros. Eloy le respondió que no sólo había suficiente para dos sillas sino que había sobrado, y al momento le entregó esos restos a Clotario II.
El rey quedó fascinado por el trabajo hecho y la honradez de Eloy. Tal es así que Clotario II lo nombró su monetario. Más tarde fue tesorero de Dagoberto I, antes de comenzar su vida religiosa y acabar siendo obispo. Y así todos los primeros de diciembre se celebra el día de San Eloy, patrón de plateros, orfebres, joyeros, herreros, metalúrgicos y numismáticos. [curistoria.com/2014/10]
Siguiendo la misma idea, hace unos meses un grupo de jóvenes evangélicos lanzó a las redes sociales la campaña «Corto con ella». No se refiere a ninguna novia, sino a la corrupción, y nos proponen un código de buenas prácticas de diez puntos:
Te presentamos 10 propuestas modelo de compromisos personales que puedes tomar para cortar con la corrupción.
Me comprometo a:
Después de nuestro «desierto» y nuestra apuesta por ser coherentes podemos, como Jesús, acudir a la sinagoga e identificarnos con el texto de Isaías 51 que Jesús leyó y acto seguido, les anunció que se había cumplido delante de sus ojos:
El Espíritu del Señor está sobre mí,
porque me ha consagrado
para llevar a los pobres
la buena noticia de la salvación,
me ha enviado a anunciar
la libertad a los presos
y a dar vista a los ciegos,
a liberar a los oprimidos
y a proclamar un año en el que
el Señor conceda su gracia.
Nosotros, el cuerpo de Cristo, la iglesia, estamos aquí para hacer lo mismo que Cristo.
Ahora estamos preparados para leer al mundo Isaías 51 y decir: «Jesús está cumpliendo esto hoy, a través de mí, a través de nosotros».