Comunión

Por qué la «Comunión abierta» está en auge en las comunidades de la Iglesia Menonita de Canadá
Ya no creencia sino pertenencia
Nicolien Klassen-Wiebe, Canadian Mennonite [1]

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Una réplica a «Ya no creencia sino pertenencia», por John D. Rempel

Y tomó el pan y dio gracias, y lo partió y les dio, diciendo: Esto es mi cuerpo, que por vosotros es dado; haced esto en memoria de mí. De igual manera, después que hubo cenado, tomó la copa, diciendo: Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre, que por vosotros se derrama (Lucas 22,19-20 RV60).

Muchos menonitas vienen oyendo estas palabras desde lo más temprano de sus recuerdos. La Comunión o Cena del Señor o Eucaristía; llámese como se llame, ha sido una parte integral de la práctica cristiana desde sus comienzos.

La Comunión en las iglesias menonitas de Canadá no ha seguido las mismas formas siempre. En los años 1960 y 70, muchas iglesias conservaban la tradición de celebrar un culto aparte para la Comunión, al que solamente podían asistir los miembros bautizados. Con el tiempo, este rito se fue incorporando al culto dominical y después empezó a involucrar también, con formas alternativas, a participantes no bautizados.

Hoy existe una tendencia clara hacia la «Comunión abierta» en la Iglesia Menonita de Canadá. Desde Columbia Británica hasta Ontario, las diez personas consultadas para este artículo confirmaron que era una tendencia en alza en sus diferentes regiones.

«Existe un cambio en cuanto a dónde recae el énfasis; un cambio desde enfatizar qué es lo que la persona cree, hacia enfatizar la cuestión de pertenencia», dice Tanya Dyck Steinmann, pastora de la Iglesia Menonita de East Zorra, en Tavistock, Ontario.

Esta tendencia sigue un movimiento más generalizado en la sociedad, que promueve la inclusión y aceptación de las personas. «Tenemos un interés mayúsculo en expresar inclusión y bienvenida, donde cada vez son más las personas que interpretan que debemos tener algún nivel de Comunión abierta», según John Rempel, profesor colaborador en Toronto Mennonite Theological Centre. En la Asamblea General del Congreso Mundial Menonita de 2015, los anabautistas que llenaban el coliseo oyeron la invitación de recibir todos juntos la Eucaristía, sin distinciones de bautismo ni de edad.

En 2008, Elsie Rempel escribía un artículo para Canadian Mennonite titulado «Los niños y la Comunión. Hacia un enfoque más abierto». Diez años más tarde, reflexiona sobre por qué es que la tendencia hacia una Comunión abierta es más fuerte hoy. «Se debe en parte a los niños, el deseo de integrarlos cada vez mejor al culto y la vida de la iglesia», dice, «pero también es porque más y más de los jóvenes se resisten a bautizarse, aunque tengan una fe sincera».

John Rempel añade que la iglesia se encuentra en una era cuando es muy difícil adivinar si los hijos acabarán compartiendo la fe de sus padres; y entonces los padres quieren demostrarles a sus hijos que pueden, que es posible, pertenecer a la iglesia.

Para algunos, el contexto lo es todo.

La Iglesia Menonita Home Street, en Winnipeg, tiene una práctica ya habitual de Comunión abierta. Brinda una diversidad de opciones para los asistentes: el pan y zumo de uva tradicionales, uvas y galletitas, o solamente recibir una bendición. Las tres opciones están disponibles para todos. La pastora, Judith Friesen Epp, dice que la Comunión es especialmente importante en Home Street, por su situación en la ciudad: «Home Street, desde su fundación hace 60 años, siempre ha estado en el centro de la ciudad, en barrios donde hay mucha pobreza y racismo, donde muchas personas no son bien recibidas en muchos lugares». Dice que cuando asisten al culto personas del barrio, el primer mensaje, el más importante, tiene que ser: «Eres bienvenido, bienvenida. Te aceptamos; perteneces aquí».

Pero hay también iglesias con opiniones y prácticas más tradicionales, que empiezan a adoptar prácticas más abiertas en la Comunión. Es sorprendentemente difícil dar con una iglesia que sigue reservando la Comunión en exclusiva para creyentes bautizados. Un pastor en el sur de Manitoba comentó que las únicas iglesias de su zona que podía identificar que se siguen ciñendo a la Comunión «cerrada», han abandonado todas la asociación denominacional.

A la par que se abre el acceso a la mesa de la Comunión, existe un cambio en el sentido que se da a la Comunión. El Artículo 12 de la Confesión de Fe en Perspectiva Menonita afirma que con la Comunión «la iglesia renueva su pacto con Dios, y unos con otros». Si resulta que muchas personas que jamás han hecho un pacto bautismal están participando ahora de la Comunión, entonces es que, para muchos, está cambiando su significado esencial.

Se trata de una transformación importante de significado que está sucediendo en muchas iglesias. Entonces, ¿cómo es que no ha habido un debate intenso sobre la cuestión?

«Es mucho más entretenido discutir sobre gays y lesbianas que sobre la Comunión», opina Elsie Rempel, con una carcajada. Hace ya una década escribió su tesis de máster sobre los menonitas, los hijos, y la Comunión; y después escribió el cuadernillo Come Lord Jesus, be our host (Ven Señor Jesús, sé nuestro anfitrión). Lo que pretendía era brindar a las iglesias recursos que estudiar cuando abordasen lo que ella creía iba a ser una cuestión candente y muy reñida. «Pensé que sería un tema ardiente, pero no lo fue» dice. «No creo que sea que la Comunión no importa, sino que solo existe energía emocional suficiente para una controversia ardiente a la vez».

Lo cual no es decir que todo el mundo se apunta a la tendencia sin pensárselo.

Dyck Steinmann dice que aunque el nuevo modelo de Comunión abierta en East Zorra ha sido bien recibido, no ha sido fácil llegar hasta aquí. Empezó cuando el equipo pastoral sintió que había que hacer que la Comunión fuese menos formal. Pero cuando primero cambiaron la forma de expresar la invitación a participar, se generó confusión entre los que todavía no se habían bautizado, porque la tradición desde siempre en la iglesia venía siendo que la Comunión está reservada a los creyentes bautizados. Esto provocó un proceso de discernimiento congregacional, que llevó a la adopción de la Comunión abierta en 2015.

Dice que es un cambio importante para esta congregación, con sus tradiciones. Una inquietud que expresaron algunos, fue que el modelo nuevo pondría en cuestión el sentido de la Comunión. «Existía un temor válido de que la Comunión acabaría desvirtuada y dejaría de tener ningún significado en absoluto si cualquiera que quiera puede participar», dijo; pero añadió que la Comunión puede en sí misma llevar a las personas a un compromiso de fe más profundo, que no es solamente un premio por haberse bautizado.

East Zorra está en una región donde existe una fuerte tradición ámish, que presiona mucho a sus miembros a ser dignos de recibir la Comunión. El equipo pastoral quería crear un espacio para la gracia, donde se pudiera reconocer que todos somos imperfectos y nos encontramos en puntos diferentes del espectro de la fe.

No todas las iglesias han empezado a creer lo mismo de repente, tampoco.

En la Iglesia First Mennonite, de Winnipeg, todos los que están bautizados son invitados a participar de la Comunión, que consiste de pan y vino o zumo, según se prefiera, que se reparte por los bancos. La iglesia no tiene por ahora ninguna alternativa para niños ni para asistentes no bautizados. El pastor David Driedger dice que no ha habido un interés lo bastante claro en que se fomente un cambio en esta tradición.

«Me parece que esa expresión sigue teniendo eco entre una proporción suficiente de los miembros, así que la tradición al respecto ha permanecido estable con el paso de los años», dice; añade que la cuestión de fondo es cuáles compromisos la iglesia cree que son prioritarios en el camino de seguir a Cristo. Otras iglesias pueden poner las cosas en otro orden o asignarles otro nivel de importancia.

Hay muchos aspectos del culto en First Mennonite donde todos se pueden sentir bienvenidos, y hay muchas formas de involucrarse, bautizados o no. Driedger dice que la Comunión no es la única mesa donde está presente Cristo, que también está en los «ágapes» (las comidas de comunidad). La particularidad de la mesa de la Comunión reside en su significado importante.

Se celebre aparte entre miembros o se celebre abierta a la participación de cualquiera que lo desee, está claro que la Comunión sigue siendo muy importante para la Iglesia Menonita.

«Donde el lenguaje se ha vuelto trillado y la gente ya ni presta atención, un ritual remozado para la Comunión, sencillo pero bello, puede a veces volver a hablar a las personas acerca del significado de Cristo y el sentido de la vida cristiana, con una fuerza que las palabras solas no tienen», dice Rempel. La Comunión engancha con nuestros cuerpos y nos exige participar activamente en el culto y unos con otros.

Esto es especialmente importante para los menonitas porque, aparte de los cánticos, nuestro culto suele centrarse especialmente en el cerebro. «La Comunión nos engancha enteros», dice Elsie Rempel. «No solamente la cabeza. Es un rito que toca nuestros sentidos, que renueva la relación entre nosotros y con Dios de maneras muy tangibles».

Para iglesias que siguen enseñando que el bautismo ha de venir siempre antes que la Comunión, hay otras formas de crear un espacio que incluye a los no bautizados. En su tesis, Elsie Rempel proponía que los que están bautizados reciban los elementos de la Comunión, a la vez que los que no han tomado ese paso reciban una uva. Una uva tiene significación teológica porque está en el camino a hacerse vino, pero todavía no ha pasado por ese proceso, dice. Mientras que recibir una bendición puede ser bueno, le falta ese elemento de acción participativa que es tan esencial a la naturaleza de un acto ritual. «Hay un «no sé qué» en este símbolo de ser alimentados por Dios, que nos nutre de formas espirituales», dice.

Muchas iglesias que practican la Comunión abierta siguen queriendo reconocer la importancia del bautismo y de hacerse miembros de la iglesia.

Friesen Epp dice que un compromiso público tanto con Cristo como con la comunidad eclesial, sigue siendo importante en Home Street. «También queremos seguir sosteniendo ese principio fuerte anabautista. Solo que tal vez sea necesario hacerlo ahora en otro lugar y de otras formas», opina.

En este panorama eclesial en evolución, donde hay cada vez más mesas abiertas de Comunión, tenemos que llegar a la Cena del Señor preguntándonos: «¿Cómo nos estamos mostrando abiertos a los demás?», pero también: «¿Cómo estamos invitando a todos a un compromiso claro de seguir a Jesús?»



1. Traducido y utilizado con permiso de Canadian Mennonite