Berna
Peter von Gunten, productor de cine;  Marlise Hubschmied, funcionaria de la parroquia de Münster; y Dorotea Loosli, pastora de la Iglesia Menonita de Berna, conversaban sobre un documental de 2005 por Gunten acerca de los anabautistas, momentos antes de la petición de perdón por el Concejal de Iglesias de Berna Christoph Neuhaus.     Foto: Knoche

El cantón de Berna reprimió el anabautismo durante siglos
Un funcionario suizo pide perdón por la persecución

Newton (Kansas), 27 de noviembre[1] —Sorpresivamente a principios de noviembre, un funcionario del gobierno de Berna, Suiza, pidió perdón por la persecución de los anabautistas siglos antes, por parte de la iglesia y el Estado.

La petición fue protagonizada por Christoph Neuhaus, Concejal de Iglesias de Berna, en un acto en el Consistorio organizado por la Iglesia Menonita de Berna y la parroquia de Münster de la Iglesia Reformada (una de las parroquias más representativas de la ciudad).

—Pido perdón esta tarde por todo lo que fue hecho contra los anabautistas en nuestro cantón —dijo Neuhaus, que representa de parte del gobierno la relación estrechísima que existe entre la Iglesia Reformada y el gobierno cantonal—. Es imposible deshacer lo que un día se hizo. Pero podemos tomar constancia de ello, recordarlo en lugar de marginarlo.

Muchos miembros de la Iglesia Menonita de Berna estaban presentes. Dorothea Loosli, pastora de la iglesia, dijo que el acto de esa tarde estaba anunciado para presentar «El sendero de estaciones», una serie de despliegues informativos sobre la Reforma y la persecución de anabautistas, que la congregación había preparado conjuntamente con el cantón. Cuando dicho proyecto se demoró la congregación y la parroquia decidieron que estaría bien celebrar un acto conjunto, y el tema de la tarde se presentó como «Tiempo para la paz».

—El concejal Neuhaus escogió como título «Estado y religión: ¿maldición o bendición?» porque el cantón de Berna había revisado recientemente algunas de las normativas de la iglesia y hubo un debate intenso sobre el reconocimiento estatal de otras iglesias, aparte de la Iglesia Reformada. Sabía que los menonitas estaban en contra de eso —dijo Loosli—. Neujaus tomó la ocasión presentada por el tema «Tiempo para la paz», para proponer paz en términos concretos. Fue sorpresivo y hondamente conmovedor.

Contexto histórico

Hanspeter Jecker, que ha publicado investigaciones sobre la persecución de los anabautistas suizos en Mennonitica Helvetica, dijo que las autoridades eclesiales y políticas de Berna cooperaban estrechamente en normativas anti anabautistas entre los siglos XVI y XVIII. Tomaron medidas para controlar el culto y la comunión, el bautismo, los funerales, las reuniones caseras, impuestos militares, y reclutamiento. Hubo espías y Täuferjägern —cazadores de anabautistas— que merodeaban. Se incentivaba con dinero la delación a las autoridades por parte de vecinos.

—Los anabautistas han existido continuamente en Berna desde 1525 —dijo Jecker—. Desde el principio, el gobierno de Berna persiguió el movimiento anabautista; a veces con menos intensidad, otras veces muy enérgicamente. Intentaban «darles una lección»; pero casi siempre los anabautistas se mantuvieron firmes con cierta terquedad. Los castigos incluían multas, la confiscación de bienes, detención, interrogatorios, azotainas, sambenitos y deportación. Treinta o cuarenta anabautistas ya habían sido ejecutados para 1571.

Jecker, que es también el coordinador del Departamento de Teología e Historia Anabautista del Seminario de Bienenberg, dijo que es complejo determinar a quién le tocaría pedir perdón al cabo de cuatro o cinco siglos. Como Suiza ha funcionado desde siempre como una federación de cantones, una petición de perdón a nivel nacional no se correspondería con las acciones emprendidas en cada uno en particular.

Zúrich invitó a Berna a participar en un acto conjunto de confesión en 2004, pero Berna lo rechazó, dice Jecker: «Querían y necesitaban hacer esto por su propia parte, que no solamente plegarse a lo de Zúrich». Dice que aunque esta petición de perdón no procede conjuntamente del gobierno y de la iglesia, no deja de ser importante. «El gobierno de Berna ha expresado en diferentes oportunidades palabras de disculpa, así que esta no es la primera vez. Pero es la primera vez que se expresa tan claramente».

Reacciones emocionadas

Loosli dijo que se sintió hondamente conmovida por la petición de perdón, tan sorprendida al principio que no estaba segura qué es lo que había escuchado[2].

—Es inmenso mi deseo de que podamos valernos de la facilidad que viene de avanzar juntos desde el pasado hacia el futuro, para prestar atención y oír con respeto otras formas de creencia —dijo esa tarde en una respuesta espontánea de agradecimiento a Neuhaus.

Loosli no se expresaba oficialmente en nombre de todos los menonitas suizos. Eso le correspondería a la Konferenz der Mennoniten der Schweitz (KMS, Conferencia Menonita de Suiza). Jürg Bräker, secretario general de KMS, dijo que como la petición de perdón sucedió sin anuncio previo, el liderazgo de la conferencia se encontraba todavía en proceso de estudiar cómo responder. Bräker notó que el 500 aniversario de la Reforma había sido recordado ampliamente en términos de libertad de religión y de pensamiento.

—Sin embargo, para un grupo nada insignificante de habitantes del cantón de Berna, no supuso libertad sino persecución, precisamente por causa de la fuerte unidad entre el Estado y la iglesia —dijo Bräker—. En tal contexto, esta alocución por el máximo representante del cantón para asuntos eclesiales, viene a recordar al Estado que la cuestión de la libertad de fe sigue siendo muy importante hoy también. No solamente para los menonitas o los cristianos, sino para todas las religiones; y que las decisiones de gobierno pueden impactar hondamente en cuestiones de la fe.


1. Sintetizado para El Mensajero, de un artículo por Tim Huber para Mennonite World Review

2. A mí me ha sorprendido la emoción que he sentido. Mi antepasado Christian Beyeler se marchó de Berna para Pensilvania en el siglo XVIII. —Dionisio Byler