Estados Unidos, 3 de agosto — El 7 de agosto el pastor Al Taylor, de Infinity Mennonite Church en Harlem, Nueva York, se pondrá en marcha hacia el oeste, en dirección a Paterson, Nueva Jersey. Caminará 32 km desde su punto de partida en Manhattan, pero es no es más que el primer día de una caminata de oración que le llevará desde Nueva York hasta Chicago.
El proyecto de Taylor, con el nombre de It’s a Love Thing —Es una cuestión de amor— pasará por siete estados y recorrerá 1.250 km, procurando traer un mensaje de esperanza y unidad para catalizar el cambio en tiempos difíciles.
—Es una caminata acerca de lo que puede suceder —dice Taylor. En medio de las diferencias y ante la violencia y el malestar, insiste que «podemos avanzar en unidad».
Taylor espera llevar —y encontrar— el espíritu de Dios a lo largo de cientos de kilómetros de las calles de EEUU. Aunque no sabe dónde dormirá, con quién se encontrará ni qué clase de apoyos recibirá por el camino, ya ha hallado motivos para la esperanza. Mientras iba en coche por Pensilvania en un viaje de preparación de su caminata, Taylor pasó junto a un policía blanco. Sintió cierta antipatía, un instinto a pasar de largo lo más rápido posible; pero a la vez, «Dios estaba tocándome el corazón». De manera que se acercó cautelosamente al policía.
—Me presenté, lentamente. Le dije que quería hacer una caminata de oración. Quince minutos después teníamos abierto mi mapa sobre el maletero del coche, mientras él me ayudaba a elegir un camino más inteligente —recuerda Taylor—. Era un creyente y dijo: «Cuando pase por aquí vamos a acompañarle y orar con usted; además la gente le abrirá sus casas». No me conocía, pero el amor de Jesús estaba en nosotros. Eso me dio esperanza, y de eso va esta caminata.
Participantes de Man Up In Harlem se reúnen en la calle para orar. Esto se repite todos los jueves a las 6 de la mañana. |
Llamado a un ministerio de caminata
Taylor es pastor de Infinity Mennonite desde 2008 cuando, mientras esperaba abrir una iglesia nueva en Harlem, recibió la invitación a encabezar esta congregación menonita en el barrio. Como no tenía ninguna conexión previa con los menonitas, Taylor dudó que encajaría.
—Sentí que no era yo la persona adecuada para esto —reconoce—. Les dije que quería salir a las calles para ministrar a la gente. Les dije que quería meter en la iglesia a los traficantes de drogas. Salí de la entrevista pensando: «No hay forma de que sigan interesados en mí».
—Soy un evangelista por naturaleza —dice, enfatizando que su afiliación con Infinity Mennonite le ha ensanchado las perspectivas y profundizado su caminar cristiano—. Una de las cosas más grandes que me han pasado en mi vida ha sido identificarme con el movimiento anabautista.
Taylor se había convencido del poder de la oración y el ministerio transformador de caminar, dos años antes de unirse a la congregación de Harlem. Conocido como Man Up In Harlem, «un ministerio por y para hombres», las caminatas semanales se han expandido a once distritos y atraen participantes de toda Nueva York y más allá.
—Dios está transformando estos lugares —dice Taylor—. La violencia y el crimen se han reducido, no porque digamos a la gente que se deshagan de sus armas, sino por el poder de la oración. Hemos visto cómo sucedía la transformación, y las conglomeraciones de viviendas subvencionadas son hoy lugares mucho mejores donde vivir.
Las fuerzas del orden también lo han notado, por cuanto la cifra de asesinatos en Polo Grounds se ha desplomado —hasta cero— después de que Man Up empezara las caminatas de oración. Taylor dice que el ministerio tiene ahora permisos especiales para reunirse en las calles, por ejemplo, para vigilias de oración y duelo tras muertes en distritos cercanos. Cree que el ministerio de caminata es una fuente de esperanza, a la vez que «exige que la propia comunidad civil se responsabilice» del crimen de negros contra negros. Esto, a la vez, ha ayudado a obligar a las fuerzas del orden a responsabilizarse ante la comunidad civil, para así cambiar lentamente la difícil relación entre ésta y el Departamento de Policía de Nueva York.
—En mi juventud creía que los polis estaban en mi barrio no para servir y proteger, sino para cometer atrocidades —dice Taylor—. Pero Dios es amor. Dios me ha tratado con gracia. ¿Cómo no tratar yo con gracia a otros?
«No hacer nada no es una opción»
Taylor dice que espera que It’s a Love Thing inspire a la gente a resistir contra la violencia de todo tipo en sus barrios, desde los crímenes raciales o la violencia relacionada con el tráfico de drogas, hasta la violencia doméstica o el ciberacoso.
—La violencia no es aceptable en ninguna comunidad —afirma.
También sabe, con la existencia de tanta violencia visible e invisible y en medio de una polarización política y racial tan evidente, que emprender una caminata de oración puede parecer muy poca cosa.
—Cuando empezamos Man Up In Harlem, la gente se reía de nosotros y nos dijeron que no tendría ningún efecto —recuerda. Pero Taylor está animado por el éxito de Man Up, y además, Dios ha estado hablándole al corazón.
—No hacer nada no es una opción —dice—. El poder de una caminata de oración viene de que hace lugar para el poder transformador de Dios. Sé bien que la oración puede cambiar la vida de las personas. Dios puede traernos algo grande en medio de estas partes de la ciudad.
Confiar en Dios y prever la gracia de extraños
Cada día de esta marcha empezará con oración de las 6:00 a las 7:00 y concluirá con oración a las 19:00. Piensa caminar unos 32-40 km por día y 225-280 km por semana. Tiene previsto detenerse en cuatro ciudades en Nueva Jersey, catorce en Pensilvania, nueve en Ohio, dos en Michigan y seis en Indiana, antes de llegar a Chicago el 9 de septiembre. Su itinerario incluye ciudades importantes como Cleveland y Detroit, comunidades urbanas más pequeñas como Elkhart (Indiana), y pequeñas comunidades rurales como Millheim (Pensilvania). Pero con un presupuesto de menos de 1.000 dólares, sin haber reservado ningún hotel y con asi 1.300 km que andar, Taylor sabe que va a empezar It’s a Love Thing con muchas cosas fuera de su control.
—A veces pienso que todo esto parece bastante desarrapado —reconoce. Pero se siente impelido a caminar—. Puedo pensar en todo lo que no está previsto, pero una parte importante de esto es confiar en Dios.
Taylor admite también que It’s a Love Thing es una especie de peregrinación personal: Una caminata de fe que cruza un largo rosario de las comunidades que constituyen Estados Unidos. Le es imposible adivinar cómo esto le cambiará, pero cree en el poder de los encuentros en oración y en las cosas que nos unen.
—Espero que la gente salga a caminar conmigo donde puedan —dice—. Quiero orar por otros, que otros oren por mí, reír, llorar, compartir el pan con los que encuentre. Yo sé que somos conjuntamente mucho mejores que lo que se ve en los telediarios. No creo que haya de verdad diferencias tan grandes entre nosotros.
Su convicción nace de la experiencia de ministerio en algunas de las conglomeraciones más notorias de viviendas subvencionadas en Estados Unidos. Por lo que a él respecta, Taylor cree que puede dar testimonio del poder de Dios para transformar vidas y comunidades civiles enteras. Ha visto actuar ese poder en sus propios barrios y quiere que la gente se quede con esperanza en la posibilidad de solidaridad y curación en medio de las divisiones y la violencia.
—Al final lo único que importa es lo que hagamos por Cristo.
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