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  Nº 124
Julio-Agosto 2013
 
  solo

Presentación de la serie
Aunque todo el mundo diga lo contrario

 
 
 
 
Artículos de la serie:

I. El premilenialismo sionista cristiano

II. Jesús el maestro

III. La evolución de la moral sexual

IV. El literalismo bíblico como ejercicio de poder y control

V. El lugar de la iglesia en la sociedad

VI. Por qué me identifico como menonita


Las doctrinas no son ciertas porque la inmensa mayoría de los cristianos las crean. Bien es cierto que lo que creen la mayoría de las personas se estima una certeza inevitable, una verdad incuestionable. A veces, sin embargo, solamente una minoría conserva la verdad de Dios.

Un ejemplo claro de ello es la valoración discrepante de los anabaptistas con respecto al cristianismo imperial y a la postre, el cristianismo medieval. Durante muchos siglos —y en su inmensa mayoría hasta el presente— los cristianos han considerado que el cristianismo se sobrepuso al paganismo romano, conquistando el Imperio para Cristo. Es muy minoritaria la opinión de que sucedió todo lo contrario: que el Imperio acabó con la fe tal cual la entendían Jesús y los apóstoles y las primeras generaciones de cristianos, de tal suerte que el cristianismo imperial y medieval tienen más en común con el paganismo que con el Nuevo Testamento.

La realidad —opinen lo que opinen la inmensa mayoría de cristianos— es que el cristianismo sufrió una transformación total con su adopción como religión estatal del Imperio Romano y a la postre, otra igual de radical con su adopción por las tribus europeas que conquistaron el Imperio. En estos dos milenios, han surgido y se han difundido ideas absolutamente contrarias al evangelio, hasta tal punto de ser dogma casi universal del cristianismo en diferentes épocas: (1) el poder milagroso de las reliquias (huesos) de los mártires; (2) que los cristianos ejemplares, cuando fallecen y acceden al rango de «santos», tienen exactamente los mismos poderes que el paganismo atribuía a su multitud de dioses y diosas; (3) la necesidad de extirpar herejías mediante la tortura y condenas a la hoguera; (4) las diferencias de rango social entre nobleza, plebeyos y esclavos, como un ordenamiento establecido por Dios; y así multitud de otras ideas a lo largo de los siglos.

He mencionado algunas ideas aceptadas universalmente entre los cristianos durante más de mil años pero que hoy cuentan con menor aceptación como Verdad cristiana, para que su cuestionamiento presente nos permita ver que no por ser universalmente aceptadas, fueron nunca propiamente cristianas.

A lo largo de esta serie, que supongo que irá apareciendo intermitentemente en El Mensajero, pienso abordar temas como:

• El premilenialismo sionista cristiano.
• La teoría de la guerra justa.
• El nacionalismo.
• El individualismo.

Tengo pensados algunos otros temas aunque ahora mismo no sé si me atreveré, por lo muy controvertidos que pueden resultar —más todavía que los mencionados. No es mi intención atacar la fe de nadie sino, al contrario, edificar la fe y esperanza cristiana. Por eso se me antoja muy delicado saber cómo poner en duda elementos que para muchos —tal vez la mayoría— son parte esencial de sus convicciones cristianas. Ruego a Dios me dé gracia y sabiduría para que el resultado sea siempre edificante.

Y en cualquier caso, he de recordar a los lectores de El Mensajero, que mis opiniones personales —como las de cualquier autor que aparezca en estas páginas— no son necesariamente la posición oficial de AMyHCE ni cuentan necesariamente con la aprobación de nuestras iglesias y nuestros pastores. Al final, cada lector tiene que ejercer su obligación al discernimiento propio, guiados por el Espíritu del Señor.

 
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Suplemento: agosto 2013
6 de agosto, Día de Hiroshima


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