«Casa de reuniones» anabaptista en Pingjum (Países Bajos). Nótense los asientos en el perímetro. Las sillas del centro fueron añadidas posteriormente. | |||
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Veo que nuestra congregación va saliendo de «Egipto» y está de camino a «la Tierra prometida». Poco a poco estamos dejando atrás una manera mediocre de vivir la vida cristiana, por algo más dinámico y sano, propio de los que siguen a Jesús. Estamos distanciándonos de lo que yo tacharía de mentalidad de «ir a la iglesia», para seguir a Jesús según Marcos 1,17: Y Jesús les dijo: «Seguidme, y yo haré que seáis pescadores de hombres».
Así que estamos en un desierto por el momento. Y sí, estar en un desierto puede ser una experiencia agradable y necesaria —siempre y cuando nos estemos moviendo por donde hallemos agua, vida y renovación espiritual en el camino.
Tal vez haga falta definir qué es lo que sería esa mentalidad de «ir a la iglesia». Básicamente esta mentalidad nace de mandamientos humanos y tradiciones religiosas que al final no contribuyen a la vida. Seguir a Jesús, al contrario, es una invitación bíblica y una experiencia de vida. Es aquí donde experimentamos la vida abundante.
La mentalidad de «ir a la iglesia» tiende a centrarse en lo religioso, con sus prohibiciones y ritos. Predomina el temor no saludable a Dios, en vez saber disfrutar el amor del Padre. Las obligaciones religiosas y el rendimiento espiritual están en primer plano. Muy a menudo eso produce relaciones superficiales y rotas. Pero seguir a Jesús nos lleva a relaciones sanas —primero con Jesús, pero también con otros. Y así van en aumento el gozo y la paz.
La mentalidad de «ir a la iglesia» hace hincapié en la reunión dominical y en un edificio religioso. Mientras que seguir a Jesús enfatiza vivir como discípulos suyos cada día de la semana y vivir la vida de Jesús, estemos donde estemos. Los adeptos a la mentalidad de «ir a la iglesia» tienden a llevar la cuenta de la asistencia a las reuniones dominicales. Los seguidores de Jesús reconocen que si es que el Señor está llevando la cuenta, va a ser de aquellos que procuran vivir como indica Marcos 1,17.
La mentalidad de «ir a la iglesia» tiene una inclinación al egocentrismo. Seguir a Jesús nos inclina a procurar servir a los demás. La mentalidad de «ir a la iglesia» roba sutilmente a muchos creyentes su llamamiento principal de conformarse a la imagen de Jesús y ser transformados en pescadores de hombres.
Irónicamente, ir a la iglesia los domingos puede constituir parte del discipulado cristiano. Nos conviene reunirnos con otros seguidores, para crecer espiritualmente, animarnos unos a otros, y prepararnos para ser mejor la sal y luz del mundo. Sin embargo, para esto es mejor recurrir a palabras bíblicas como «reunirse«, «juntarse» y «congregarse», en vez de hablar de «ir a la iglesia». Por esta razón no suelo decir que voy a la iglesia. Esa es una forma de expresarse que trae demasiado bagaje religioso en el sentido de obligación carente de vida interior. ¡Lo que a mí me ilusiona —y mucho— es reunirme con otros cristianos los domingos, y en otros contextos, para la mutua edificación! Eso, para mí, no es lo mismo que «ir a la iglesia».
Cada individuo se inclina más, o a la mentalidad de «ir a la iglesia», o bien a vivir la vida entera siguiendo a Jesús. Vamos más en una dirección o en la otra otra. Una manera de saber si estoy viviendo la vida de Jesús es preguntarme: ¿Tengo una pasión creciente por Jesús y un amor activo para con otros? ¿O me veo a mí mismo como una buena persona que va a la iglesia los domingos para cantar, escuchar un sermón y dejar mi ofrenda, pero que vive durante la semana básicamente sin pensar nada en Dios y en el bienestar de los que le rodean? La honestidad ante estas preguntas es importante.
Cuanto mayor sea la proporción de los que se comprometen a dejar atrás de una vez por todas las tradiciones de «Egipto» para ir en dirección a la «Tierra Prometida», tanto mayor será nuestro impacto en el mundo. Cuanto mayor sea el número de los miembros que se alejan de la mentalidad de «ir a la iglesia», mientras se proponen seguir más fielmente a Jesús como indica Marcos 1,17, tanto mayor será nuestro testimonio de ser sal y luz para los que nos rodean.
¿Dónde te encuentras tú en este viaje espiritual? ¿Más tocado por la mentalidad de «Egipto»? ¿O acercándote cada vez más a la «Tierra Prometida»?
Lynn Kauffman sirvió muchos años en España con los Hermanos Menonitas y otras comunidades, antes de regresar, con su esposa Mary, a su California natal.