eco

Parábolas para un mundo que vive a corto plazo (IX)
El eco de la vida
por José Luis Suárez

La parábola de este mes es tan sencilla, tan simple, que antes de narrarla necesita un comentario, ya que por lo común vemos y percibimos ciertas realidades, pero al tiempo se nos escapa lo más esencial. Esto ocurre porque nuestra forma de mirar es automática y está sujeta a los hábitos, que se hallan inscritos en nuestros genes, en nuestro cerebro, en nuestro cuerpo, en nuestra mente y hasta en la relación que mantenemos con los demás y con el mundo. Esto significa que nuestra mirada es limitada y en muchas ocasiones, ni vemos ni olemos ni siquiera lo que se encuentra antes nuestras propias narices. Funcionamos con el piloto automático, dando por sentado el milagro de la percepción.

La riqueza oculta en las parábolas

Las parábolas brotan a lo largo de la historia por igual en todas las culturas y tradiciones, en todos los pueblos, en todas las religiones. Podríamos decir que son (y siempre han sido) puntos de referencia para orientarnos cuando nos hemos extraviado del camino o cuando hemos llegado a un punto en el trascurrir de la existencia, donde ya no vemos el camino. Las parábolas son los vigilantes de la conciencia y el alma de la humanidad. Nos muestran aspectos muy diversos de una verdad que no podemos descubrir con la lógica ni la razón, sino con la contemplación y el silencio.

Las parábolas, si dejamos de ser altivos creyendo de que ya lo sabemos todo y que la experiencia nos dice que ya hemos llegado al sumo de lo conocido, nos ofrecen un misterioso regalo que haríamos bien en valorar, degustar y explorar. Nos facilitan en cualquier momento, en cualquier lugar y a cualquier tipo de persona, las gafas con las que atisbar lo esencial para crecer y madurar. Pero no debemos engañarnos, porque lo que nos ofrecen no siempre es consolador, sino que en muchas ocasiones, puede (como en el caso de la historia a continuación) llegar a ser muy perturbador e inquietante.

Las parábolas han de ser escuchadas atentamente, sin prejuicios de antemano, ya que pueden revelarnos el espectro completo de la luces y sombres con las que vivimos diariamente y que nos pasan desapercibidas. Al escucharlas pueden movilizar las corrientes más subterráneas de nuestro corazón. Cobran vida cuando permitimos que su lectura o su escucha nos conmuevan, y el poder sugestivo de sus imágenes nos trasporte más allá de lo visible, y nos lleve al encuentro con nosotros mismos y de quién somos realmente.

El eco de la vida y sus causas

Un hijo y su padre están caminando en la montaña. De repente, el hijo se lastima y grita:

—¡Aaaaaaahhhhhhh!

Para su sorpresa, oye una voz repitiendo en algún lugar de la montaña:

—¡Aaaaaaahhhhhhh!

Con curiosidad el niño grita:

—¿Quién está ahí?

Recibe una respuesta:

—¿Quién está ahí?

Enojado con la respuesta, el niño grita:

—¡Cobarde!

Y recibe la respuesta:

—¡Cobarde!

El niño mira a su padre y le pregunta:

—¿Qué sucede?

El padre sonriente le dice:

—Hijo mío, presta atención.

El padre grita a la montaña:

—¡Te admiro!

Y la voz responde:

—¡Te admiro!

De nuevo el hombre grita:

—¡Eres un campeón!

Y la voz le responde:

—¡Eres un campeón!

El niño se queda asombrado, sin entender. El padre le explica:

—La gente lo llama el eco, pero en realidad es la vida. Es la vida que te devuelve todo lo que dices o haces; nuestra vida es el simple reflejo de nuestras acciones.

Lo que enseña esta parábola

  • Si deseas más amor en el mundo, crea más amor a tu alrededor.
  • Si deseas felicidad, da felicidad a los que te rodean.
  • Si quieres una sonrisa en el alma, da una sonrisa al alma de los que te conocen.

Esta relación se aplica a todos los aspectos de nuestra existencia. La vida te dará de regreso, exactamente aquello que tú le has dado. Lo que cada día te sucede no es una coincidencia, es un reflejo de ti. Alguien dijo: «Si no te gusta lo que recibes de regreso, revisa muy bien lo que estás dando».

Algunos textos bíblicos y frases para la reflexión personal

  • Mateo 18: 23-34.
  • Lo que cada uno haya sembrado, eso cosechará (Gálatas 6,7).
  • No se convierte uno en iluminado imaginando seres de luz, sino siendo consciente de las tinieblas (Carl Jung).

Sólo se puede ver correctamente con el corazón; Lo esencial permanece invisible para el ojo humano (Antoine de Saint Exupéry).