El denario
o,
Diario de un currante
(Mateo 20)
por Rubén Redondo
Día 2:
Hoy lo tengo claro después del follón que se montó ayer. ¿ A quién se le ocurre pagar un denario a cada uno de los que curraron, por decir algo, una hora?
En mi caso me habían pasado doce horitas al sol y al polvo; total, para cobrar lo mismo que ellos. Faltó poco para que no recibieran además propina esos listillos…
Seguro que esta mañana a primera hora, solo aparecieron los que nunca se enteran de nada. O los que no aceptan que se les regalen nada. Quizás alguno que quiera hacer la pelota al viejo.
Yo hoy repito, sí, pero a mi aire. De entrada me levanto más tarde, termino las chapuzas que tengo en casa y me voy apuntar, por fin, a las clases de latín. Con el poco griego que ya tengo y el latín, seguro que puedo dejar de dar palos en el campo en un par de meses. Ahora bien, por mi conciencia, yo no puedo llegar una hora antes del cierre. Intentaré que me pillen cuatro horitas y un denario para la hucha. Si casi ese viejo ha inventado la sociedad del ocio…
Dia 3:
Me salió «bordao». En latín ya voy por el rosa,rosae… En el curro, con tres horitas me pillé otro denario. Si es que me sobra tiempo, desde que no tengo las doce horas diarias.
Día 4:
Hoy en el relax antes del curro , había un tipo en la plaza al que le pidieron buenos puestos en un reino que dice tener. Respondió que él no era el acomodador, pero que la cosa no funcionaba por pillar rápido ni por enchufe, sino por ser un currela del invento, más o menos el último mono, que se dice en mi tierra. ¡Tiene que ser un buen sitio para atreverse a pedirte que vayas de «pringao» toda la vida!
Dia 10:
¡Lo he entendido!
Al parecer al viejo le sobra para dar y tomar. Ahora bien lo que quiere, es que la gente vaya de corazón a primera hora, al haber entendido su generosidad.
Allí estaré a primera hora, entonces. Se acabó el latín.