La crisis migratoria en México
Llamados a la justicia
Danielle Gonzales, Comunicado del Congreso Mundial Menonita
Bogotá (Colombia) 11 de mayo.
—La Biblia nos invita a recordar que los miembros del pueblo de Israel también eran extranjeros; eran cautivos y deportados —dice Carlos Martínez, de la Conferencia de Iglesias Evangélicas Anabautistas Menonitas de México—. Los primeros anabautistas también fueron discriminados y ahora nosotros estamos viviendo parte de ésta historia con la situación de nuestras hermanas y hermanos en Chihuahua.
Martínez estaba entre los 21 líderes anabautistas de diferentes partes de México, que se reunieron para llevar a cabo una conferencia de las iglesias menonitas y Hermanos Menonitas en ese país, el 23 y 24 de marzo del 2017, con la finalidad de hallar una respuesta bíblica con respecto a cuidar de los más vulnerables en medio de ellos: los migrantes. La conferencia reflexionó sobre Mateo 1,16–23, y 1 Pedro 1,1; 2,9–10.
Las conversaciones giraron en torno a la discriminación y las duras condiciones que los migrantes enfrentan durante su viaje. La Ciudad de México es un lugar de paso para los migrantes que se dirigen a cruzar la frontera con los EEUU y también para los que son deportados. Muchos migrantes experimentan asaltos de los agentes de la patrulla fronteriza de ambos gobiernos, violencia sexual, duros trabajos, explotación por parte de los cárteles de droga y discriminación, entre otras difíciles condiciones mientras viajan.
—Hay muchos grupos de migrantes, pero el que ha crecido ha sido el de los migrantes indígenas. En Oaxaca, ellos viven en la periferia y en extrema pobreza. El gobierno Mexicano quiere hacerlos invisibles —dice Leslie Ocampo, de la Iglesia Cristiana de Paz en México A.R.
Apremiadas por las necesidades de los migrantes, las iglesias anabautistas acordaron esta conferencia con el Comité Central Menonita, para aprender cómo responder efectivamente acompañándose unos a otros.
—En Matamoros, la iglesia no tiene la infraestructura para ofrecer empleo a los migrantes —dice Jesús Garza, de la Conferencia Cristiana Anabautista Menonita—. Hay muchas iglesias, pero no se está haciendo ningún trabajo en el área. Es realmente triste que no haya coordinación para ofrecer apoyo a los migrantes.
Decididos a encontrar maneras de responder bíblicamente, los participantes convirtieron sus preguntas en una lluvia de ideas y en acción.
—Los niños tienen que dejar la escuela para trabajar en la calle. Estamos trabajando en programas de alfabetización para los niños migrantes —dice Sandra Plett, de la Iglesia Cristiana de Paz en México A.R.
—Puebla es una puerta para los migrantes. Estamos pensando en adecuar una casa de huéspedes y tal vez crear trabajos temporales —dice Mario López, del Ministerio Integral de Iglesias Anabautistas de Puebla.
Varios participantes están interesados en aprender sobre las causas de raíz de la migración.
—Prepararnos sobre éste tema es la clave. Necesitamos tener conocimiento de las causas —dice Martínez—. Una posible herramienta de enseñanza podría ser diseñar un curso de entrenamiento para delegados de las iglesias y conferencias.
Las historias desde Génesis hasta el Apocalipsis, donde vemos gente en medio de la migración en busca de un hogar «nos retan como iglesia a responder a la injusticia a pesar de la turbulenta controversia en torno al tema —concluyeron los participantes de la conferencia en un documento de cierre—. El texto bíblico nos pide que respondamos a una ley más alta que la creada por gobiernos humanos. Somos llamados a la ley del amor, especialmente a la luz de la vida de Cristo. ¿Está lista la iglesia para pagar el precio del amor?»