Parábolas para un mundo que vive a corto plazo (VIII)
Una acción de mediocridad
José Luis Suárez
Algunas palabras acerca de esta historia
Esta historia nos conecta de una manera evidente y hasta reveladora con el mundo que nos ha tocado vivir, donde la mediocridad ha echado raíces en nuestra cultura y se ha instalado en todos los ámbitos de nuestra vida. Se ha convertido en la norma en nuestra manera de relacionarnos unos con otros en la política, la religión, el mundo laboral y empresarial, las redes de comunicación social e incluso en algo tan hermoso como el ocio.
Hoy en día la consigna que domina nuestra cultura es «todo vale». Por supuesto, en ese todo vale encontramos la mediocridad en todo lo que pensamos, decimos y hacemos. Lo vulgar, lo ordinario, es lo que nos caracteriza.
Lo más grave es que ya nos hemos acostumbrado a tener líderes mediocres, cirujanos mediocres, empresarios mediocres, comunicación en las redes sociales mediocres, trabajadores mediocres y, como en la historia de este mes, albañiles mediocres.
Esta historia contiene mensajes potentes que deben servirnos para una reflexión profunda. Uno de ellos podría ser el coste del progreso en nuestro mundo actual. El progreso debería ser motivo de gran alegría. Debería permitirnos tener una vida más saludable, más llena de sentido, de relaciones armoniosas. Sin embargo muy a menudo resulta en vidas de mediocridad y en relaciones sin mucho significado.
La mediocridad y sus consecuencias
Un albañil que estaba en condiciones de jubilarse le contó a su jefe su deseo de dejar el trabajo de la construcción y vivir una vida más tranquila con su esposa, gozando de la vida familiar. Extrañaría su trabajo porque le gustaba, pero consideraba que ya era hora de descansar.
El jefe lamentó que se jubilara y le preguntó si podría construir sólo una casa más como un favor personal. El albañil contestó que sí, pero fue fácil observar que su corazón ya no estaba en el trabajo. Utilizó ayudantes no cualificados y materiales de baja calidad, todo con el propósito de acabar cuantos antes, sin importarle mucho como quedaría al final la casa. Era una manera de terminar con su profesión lo antes posible.
Cuando el albañil terminó su trabajo y su jefe fue a inspeccionar la casa (que ni siquiera lo hizo, por la confianza absoluta que tenía en su operario), al recibir las llaves de la casa, el jefe las tomó y le dijo:
—Esta es tu casa. Es un regalo por todos los años trabajado a mi servicio.
¡Qué golpe! ¡Qué vergüenza! Si hubiese sabido que estaba construyendo su propia casa, la habría hecho de otra manera (como siempre había intentado hacer ); pero ahora tendría que vivir en una casa mal construida, por no haber hecho bien su trabajo.
Lo que esta historia nos enseña
La clave principal de la historia de este albañil no es otra que la palabra mediocridad, que nos conduce a escenarios como: rutina, costumbres, opiniones prestadas, tópicos, chapuzas. Nada nos afecta. La renuncia a mejorar, realizar acciones de baja calidad. Lo ordinario, lo vulgar, es lo que predomina en todo lo que hacemos.
Las razones de esta mediocridad son muchas y se deberían analizar en profundidad, pero sólo enumero algunas: La adicción a soluciones rápidas. El culto a la rapidez y la velocidad. Lo que cuentan son los fines y no los medios. El vivir en una cultura desbocada a la carta del mínimo esfuerzo. La enfermedad social de la época que nos ha tocado vivir donde todo nos da igual. El virus de las prisas que hace parte de nuestra vida cotidiana.
¿Hay una alternativa a la mediocridad? ¿Podrían ser algunas de las ideas que enumero a continuación una alternativa?
La imaginación creativa, la curiosidad, el asombro, el esfuerzo, la lucha, la utopía (perseguir sueños imposibles), aprender de nuevo. La vida hay que reinventarla cada día.
Llegados a este punto: ¡Cuánto tienen que enseñarnos los más pequeños, los niños, con el asombro, la sorpresa, la fascinación. El no asumir las limitaciones les conduce a grandes descubrimientos! Buscar la excelencia, el hacer bien las cosas, las buenas prácticas, sacar lo mejor de uno mismo. Creer en lo imposible y tener un espíritu abierto y crítico etc..
Algunos textos bíblicos y frases para la reflexión personal
Y vio Dios que todo lo que había hecho era muy bueno (Génesis 1,31).
Mateo 25,14-30. Aquí se nos narra la historia de un servidor mediocre y dos que buscan la excelencia. Impresiona en este relato las consecuencia de la mediocridad y de la excelencia.
Filipenses 3: 12-16. El apóstol Pablo aspira a la excelencia.
Lo que cada uno haya sembrado, eso cosechará (Gálatas 6.7).
Y sólo cuando hayas alcanzado la cima de la montaña comenzarás a escalar (Gibran Khalil).
Lo increíble de todas las utopías es que son efectivamente realizables (Aldous Huxley).
¡Cuán pobres son las personas que no tienen paciencia! ¿Hay heridas que se sanen de otra manera que no sea poco a poco? (Shakespeare)