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Escena final inolvidable de la película Bienvenido, Mr Chance (1979), donde Chance Gardiner (Peter Sellers) anda sobre el agua. Chance no es que venciera la duda, la queja y la excusa. En la pureza de su inocencia es incapaz de imaginar que andar sobre el agua sea imposible. |
Los tres
enemigos de la fe
por Juan Ferreira
En nuestra vida espiritual siempre tenemos obstáculos. La Biblia dice que es imposible que no tengamos tropiezos, pero aparte de los tropiezos tenemos varios enemigos y hoy quiero hablar de tres de esos enemigos: la duda, la queja y la excusa. Estos tres enemigos pueden hacer estragos en la vida espiritual de cualquier cristiano.
Veamos unos ejemplos bíblicos:
Y él dijo: Ven. Y descendiendo Pedro de la barca, andaba sobre las aguas para ir a Jesús. Pero al ver el fuerte viento, tuvo miedo; y comenzando a hundirse, dio voces, diciendo: ¡Señor, sálvame! Al momento Jesús, extendiendo la mano, asió de él, y le dijo: ¡Hombre de poca fe! ¿Por qué dudaste? (Mt 14,29-31.)
Pedro hace lo más difícil. Pone en práctica su fe. Es difícil plantearse el bajarse de una barca en plena tempestad. Pero Pedro lo hizo. Es más, caminó sobre las aguas. ¿Puede existir un milagro más asombroso para una persona que vencer la fuerza de la gravedad y caminar sobre las aguas? Y Pedro lo hizo. Pero al soplar un poco de viento, ¡Zas!, se empezó a hundir. ¿De qué sirvió esa puesta en marcha de una auténtica fe? Pienso: ¿Cuántas veces en nuestra vida cristiana logramos hacer cosas tremendas y poderosas en Dios, pero después una nimiedad nos tira por el suelo, sólo porque permitimos que la duda tome posesión de nosotros?
Pero Marta se preocupaba con muchos quehaceres, y acercándose, dijo: Señor, ¿no te da cuidado que mi hermana me deje servir sola? Dile, pues, que me ayude. Respondiendo Jesús, le dijo: Marta, Marta, afanada y turbada estás con muchas cosas. Pero sólo una cosa es necesaria; y María ha escogido la buena parte, la cual no le será quitada (Lc 10,40-42).
En esta ocasión vemos cómo actúa el segundo enemigo, la queja. En vez de disfrutar de la presencia del Señor, Marta se quejó. Es lo que vemos tristemente a veces en nuestras iglesias. ¡Cómo abunda la queja! Que si la situación actual mundial, que si la economía, que si el ministerio. ¿No nos percatamos que mientras nos quejamos, no disfrutamos? En vez de levantarnos cada mañana apreciando lo que sí tenemos, lloramos por lo que no tenemos. Y lo peor es que al no reconocer lo que tenemos, no lo disfrutamos. Jesús dijo que María prefirió la mejor parte. ¿Cuándo empezaremos a disfrutar de la mejor parte? ¿Saben qué? A veces —por experiencia propia lo digo— nos damos cuenta demasiado tarde de que deberíamos haber disfrutado de algo o de alguien en vez de habernos quejado.
«Lamujer que tú me diste…» (Gn 3,12).
De una sola tacada, Adán se sacó de en medio: Yo no soy. Yo no tengo la culpa. Aquí, amados, vemos que la protagonista fue la excusa, inventada en ese momento.
Y nos encontramos este tercer enemigo también dentro de las iglesias. Siempre hay una excusa apropiada para no servir. O si vemos a un hermano crecer, en vez de tomar ejemplo, en vez de avanzar, nos dedicamos a poner excusas. No podemos vivir llorando un fracaso pasado. Debemos, por medio de la fe, vivir celebrando las victorias del futuro. A veces no vemos mayores logros porque tenemos una viga en nuestros ojos, que no nos deja ver la realidad. Todo lo contrario, nos inventamos una realidad paralela. La excusa suele ir acompañada de su hermana, la murmuración y de su primo, el chisme. Al perder la visión tenemos que echar la culpa a alguien o algo. ¡Y así, sólo es cuestión de tiempo para que acabemos culpando al mismísimo Dios!
Estimados amigos, los resultados de estos tres enemigos son:
La duda: Al dudar, dañamos todo los que ya habíamos conseguido por la fe.
La queja: Lleva consigo el sufrimiento, porque no nos deja disfrutar de lo que tenemos a mano.
La excusa: Llevándonos a pensar mal de los demás, nos impide avanzar en lo que el Señor nos tiene prometido.
Pero tengamos ánimo. Según la palabra de Dios, podemos vencer a estos tres enemigos:
Puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios (Hb 12,2).
¡En Jesucristo, tenemos la respuesta siempre! |
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