El Mensajero
Nº 99
Abril 2011
refugiados

Los crucificados
por Julián Mellado

Este mes se celebra la llamada Semana Santa, cuando los creyentes rememoran la crucifixión y resurrección de Cristo. Son unos días de reflexión sobre el dolor y el triunfo del Maestro de Nazaret. En esta ocasión, pensando en la pasión de Jesús me vino al corazón el recuerdo de los otros crucificados. Quiero decir, que Jesús fue víctima de una violencia y una injusticia que le llevó a una terrible agonía y a la muerte. Pero es que en la actualidad hay millones de personas que viven en agonía diaria, anunciando su próxima muerte a causa de muchas injusticias.

Pienso en las víctimas del Hambre, fruto de la codicia de los poderosos que detentan la riqueza en unas pocas manos, dejando vacía las de las multitudes. Pienso en el tráfico de personas como si fueran mercancías. Esas niñas destinadas a la prostitución, esclavas de aquellos que se creen dueños de sus cuerpos. La violencia gratuita y desmesurada que aniquila pueblos enteros. Las catástrofes naturales que condenan a la miseria a personas que ahora dependen de que otros se acuerden de ellos. Las epidemias, que dependiendo del país en que uno nace, tendrán o no acceso a la medicación. La lista es demasiado larga y dolorosa de narrar. En el rostro del Nazareno crucificado se reflejaba una humanidad víctima y agonizante.

Y hasta me siento mal al escribir sobre esto desde mi habitación, confortablemente sentado, y todo porque tuve la circunstancia de que nací en Europa, en vez de África…

No puedo dejar de pensar en esos otros crucificados que sucumben a esa cultura de muerte. Sí, hermanos, son los crucificados de nuestro mundo. Son los nuestros que sufren, que sólo quieren vivir, ilusionarse, soñar, amar, darle un futuro a sus hijos, igual que lo queremos nosotros. Esa cultura de muerte también habita en el occidente opulento, en nuestras calles. Se dice que es a causa de una crisis económica. Pero en realidad es a causa de una crisis de valores. Dios es crucificado en ellos, porque son portadores de su imagen.

Pero la llamada Semana Santa es también anuncio de Resurrección. Este es el gran testimonio de Dios, su gran NO a esa cultura. Es la afirmación de la Vida, de la Esperanza, y del triunfo del Amor. Porque cuando Dios resucitó a Jesús nos declaró su voluntad para con todos. Una Voluntad de Vida. ¿No se necesita hoy ese anuncio? Frente a tantos crucificados, deberíamos luchar por un mundo que crea en la Vida. Que afirme la dignidad humana, la igualdad de los seres humanos, la defensa del débil, el derecho a la educación, a la sanidad y a la alimentación. Un anuncio que refleje al Dios de Jesús, el dador de Vida.

Podemos empezar por los que sufren y están cerca de nosotros. Quizás comprometernos con asociaciones que tratan de paliar tanta injusticia. Hoy el bien que podemos hacer puede llegar muy lejos.
Ser agentes de Resurrección donde se manifiesta la agonía y la muerte, es seguir las huellas de Cristo, quien no cesó de hacer bien a todo aquel con el que se encontraba.
Esta Semana Santa puede ser un tiempo de descanso o de piedad; pero también puede traer unos momentos de reflexión sobre los crucificados, hasta tomar el compromiso de ser agentes de resurrección. Cuando digamos el domingo de Resurrección: «¡Cristo ha resucitado!», podemos añadir:

¡Que la vida triunfe sobre la muerte!

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