El Mensajero
Nº 97
Febrero 2011
incendio

Lo que es el amor
Peter Rideman

Puesto que venimos hablando tanto acerca del amor, hemos de demostrar cómo es para que se pueda entender mejor, no sea que alguien piense tener amor cuando es sólo una ilusión. El amor no se puede esconder porque su naturaleza es luminosa. Tiene que brillar y hacerse ver con obras activas, sirviendo a todos y haciendo el bien. Porque el amor hace bien a todos. Sirve de verdad; es bondadoso, amable, dulce, paciente, humilde, puro, moderado, modesto, simpático, fraternal, cálido, bueno, compasivo, misericordioso, sencillo, perdonador, leal y apacible. El amor no genera rechazo; no es altivo, engreído, aparatoso, envidioso ni borracho; no es obstinado, desobediente, engañoso, quisquilloso ni ladrón. No cuenta chismes; no es celoso ni peleón ni guarda rencor; no mira mal a nadie sino que lo aguanta y sufre todo; no se venga, no devuelve mal por mal; no se alegra de ningún mal sino tan sólo ante la verdad. Solamente el amor hace la obra de Dios (1 Co 13,4ss).

El amor es como un fuego que se apaga sin haber prendido si uno le echa más leña de la cuenta, como bien saben los que trabajan con él. Pero una vez que prende de verdad, cuanta más leña mejor arde —hasta consumir casas o bosques enteros. Pero cuando se acaba la madera se acaba el fuego y se enfría. Así es el amor. Cuando la persona siente la primera chispa, los pequeños problemas y tentaciones lo ahogan y estorban fácilmente; pero una vez que prende de verdad echando llama en al anhelo de Dios, entonces cuantas más tentaciones y padecimientos sufre, tanto más arde, hasta vencer todos los obstáculos y consumir toda injusticia y maldad. Pero cuando el amor no se pone en práctica, cuando la persona se vuelve perezosa y dejada, las llamas se van apagando; el corazón se enfría, la fe titubea, y al final todas las buenas obras cesan. Entonces la persona se queda como un árbol marchito que no sirve para nada, como dijo Jesús mismo (Mt 7,19). El amor fluye de la fe; porque donde no hay fe no puede haber amor. Los dos son tan inseparables que lo uno no puede agradar a Dios sin lo otro.

[PETER RIDEMAN fue un importante líder del movimiento anabaptista en Moravia (República Checa), en el siglo XVI. Estos párrafos vienen de su Die erste Rechenschaft, escrito en 1529-32, citado en C.J. Dyck, Spiritual Life in Anabaptism (Scottdale and Waterloo: Herald, 1995), p. 103.]

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