El legendario juez Sansón es el prototipo del héroe que rebosa de fuerza y poder, que desafía a todo el que se pone en su camino y que no es capaz de reconocer su debilidad, lo que le conduce a su tragedia.
Saúl, primer rey de Israel, no permite en ningún momento que David le haga sombra y todo su reinado está caracterizado por el constante esfuerzo por matarlo.
4. Respuesta divina a la lujuria
La persona dominada por el pecado de la lujuria no se puede entregar a la debilidad ni a la ternura, porque ha escondido su necesidad primordial, que no es otra que dejarse amar. Necesitaría oír una y otra vez las palabras de Jesús: «La verdad os hará libres» (Juan 8,32). Descubrir el engaño que se causa es la tarea primordial para ser liberada de este pecado.
«La verdad os hará libres» es la fuerza que permite a la persona dominada por la lujuria llegar a la convicción de que el mundo y las personas no les pertenecen y no están a su disposición. Es dejar el afán de poseer las personas y confiar en que es Dios quien hace las cosas y no su propia fuerza.
El segundo paso en el proceso de sanación será la restauración de relaciones rotas. Reconocer las muchas heridas, el dolor causado a los demás, asumir las responsabilidades de estas heridas y pedir perdón por los excesos y explotación de los demás. La consecuencia de este cambio no puede ser otra que restaurar en la medida de lo posible los daños causados.
Cuando este tipo de personas entran en el camino de la sanación, si tiene dones de liderazgo, pueden ser grandes líderes que cuidan de las necesidades ajenas de forma que encarnan los grandes líderes del pueblo de Dios que encontramos a lo largo de la historia de la humanidad. Porque cuando se comprometen con una causa, tienen grandes energías para poder llevarla a cabo.
Moisés puede ser el mejor espejo para las personas dominadas por el pecado de la lujuria. El texto bíblico nos narra cómo para defender a uno de sus hermanos hebreos, Moisés mató a un egipcio (Éxodo 2,11-12). Y sin embargo muchos años más tarde se nos dice en Números 12,3: «Moisés era un hombre muy humilde, más que cualquier hombre sobre la faz de la tierra».
Otro ejemplo más contemporáneo puede ser Martin Luther King, quien puso sus capacidades de liderazgo al servicio tanto de la justicia como del amor, instigando una revolución de amor. King aprendió la lección de Jesús de abandonar voluntariamente el dominio por la fuerza, y convertirse simultáneamente en maestro y siervo. Ser débil, vulnerable y tierno, es el acto más heroico que una persona de este tipo puede conseguir.
5. Para poder ir más lejos
Expresar a las personas más cercanas la vulnerabilidad y la necesidad de afecto y ternura. Esta será una poderosa señal de la liberación del pecado de la lujuria.
Pensar: ¿Cómo quiero que me recuerden? ¿Prefiero ser querido o ser temido? Aquí puede aparecer el detonante de la toma de conciencia de la oscuridad en la que vive la persona.
El contacto con los niños será clave para crear hábitos de ternura, vulnerabilidad y afecto.
Poned mi yugo sobre vosotros y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón (Mateo 11,29). |