Libertad es compromiso
Predicación compartida, domingo 28 de mayo
Libertad es compromiso
Marion Bruggen y Corinna Schmidt
Romanos 12,1-2.13-18 — Marion Bruggen
Queridos hermanos y hermanas,
Durante estos días en el CME, nos hemos reunido alrededor del tema: «Libertad es compromiso». Un tema con una curiosa tensión. Una tensión que quizás también hemos experimentado en nuestros encuentros.
Porque una solidaridad que garantice la libertad, eso parece casi imposible.
Esta es la razón por la que este tema abarca mucho más. Es un mandato para todos nosotros durante este CME. Una llamada a buscar el compromiso común a pesar de nuestras diferencias. No solo a causa del pasado, pero sobre todo a causa del futuro de nuestro mundo.
Nos hemos reunido en Barcelona, la ciudad de Gaudí, la ciudad de la Sagrada Familia. ¿Hemos sido una familia tan santa durante estos días?, ¿Hermanos y hermanas que buscan la salud de los demás y la del mundo?, ¿Una Sagrada Familia para la cual el compromiso y la libertad van unidos?
Como en la iglesia de Gaudí. Considero este edificio como un ejemplo de colores y contrastes y a pesar de ello coherente. Cada fachada (la del nacimiento, la de la pasión y la de la gloria) cuentan su propia historia por su forma particular. Hay lugar para estilos diferentes y a pesar de ello todo forma una unidad. Se puede decir que cada una de estas diferentes partes encuentra su significado gracias al conjunto. Libertad, pero al tiempo compromiso.
Me he preguntado cómo es posible esto. ¿Podría ser que la solución de este misterio se encuentre en el hecho de que la iglesia está siempre en construcción? La construcción no ha terminado. Después de tantos años (Gaudí empezó a construir en 1883) la iglesia sigue aún en construcción. Por cualquier lugar que la miremos, observamos en algún lugar una grúa y oímos ruidos de trabajos que se están realizando. La iglesia no pretende estar terminada. Así parece que, en su inacabado, busca su acabado.
Lo que se ve no dice todo, está siempre el deseo de ir más allá. Una visión a no perder de vista. La historia de los visitantes, de los constructores y de la construcción en sí hacen parte de esta perspectiva.
Una perspectiva bíblica que es maravillosamente expresada en la carta de los Romanos, capítulo 12: 1-2 (versículos que antaño acompañaban mi confirmación como un mandato).
En su carta a los Romanos, Pablo hace un llamado a la comunidad, no porque esté persuadido que los miembros puedan realizarlo o que llegarán a realizarlo en el futuro. No, les hace un llamado en nombre de la compasión de Dios. Dios sabe que el hombre es vulnerable, que no es perfecto ni completo, y a pesar de ello pide a cada uno hacer todo lo que puede.
Es un compromiso absoluto que pide no resignarse a la situación tal como está, sino seguir buscando el bien y lo perfecto.
Pablo lo expresa de esta manera:
Presentad vuestros cuerpos como un sacrificio vivo, santo, agradable a Dios y no os conforméis a este mundo.
De hecho, esto significa no os conforméis al programa de las tendencias actuales. No os resignéis al estado actual de las cosas, a lo que está en vigor, a lo que es habitual y evidente. Pero sed transformados por la renovación de la inteligencia.
Todo lo que Pablo dice aquí es: Hombre, tu eres importante, pero aún no has alcanzado tu meta. Te encuentras «under construction» (en obras) por el Eterno. No vivas bajo tu justificación sino por Su compasión. Una compasión que es Amor y que nos es dada en Jesús.
Jesús no se dejó incorporar en ningún sistema de este mundo, en ningún programa, ningún concepto o imagen. Fue un hombre libre, sin intereses, sin poder, sin justificaciones. De esta forma era libre frente a los demás, y esto Le daba la posibilidad de ofrecer su amor libremente a todo el mundo sin tener que recibir una contrapartida.
Esto es completamente contrario a nuestro mundo donde el rendimiento, la competición juegan un papel esencial y donde es muy importante marcar puntos.
La libertad/liberación que Jesús nos ofrece conlleva pérdida, pero al tiempo se manifiesta el camino/la vía hacia las relaciones entre los hombres. Una solidaridad que no violenta ni restringe sino que da espacio. Que libera.
Es una libertad que nos hace vulnerables. Nuestros encuentros se viven a menudo bajo el signo de la obligación. Estamos metidos en nuestro propio punto de vista y en nuestra situación buscamos ser confirmados. Cuando no lo logramos, encerramos a los demás en la imagen que creamos y nos distanciamos. Entonces, ya no hay lugar para el amor y el diálogo.
La lealtad de Jesús nos hace vulnerables. Ya no ejercemos poder sobre los demás sino que los aceptamos tal como son y tratamos de descubrir juntos lo que significa una vida que vale la pena ser vivida.
Uno mismo no se queda fuera. Porque los demás nos cuestionan también sobre nuestra manera de vivir. Esto conlleva el riesgo de trastornar las certezas y provocar cambios. Se crean así nuevas perspectivas.
Por todo esto la CME es un lugar de aprendizaje perfecto. Por muy diferentes que seamos, aquí estamos entre nosotros y nos inspira la misma fuente. Creemos en esta libertad que une. ¿Influencia esto nuestros encuentros?, ¿Estamos abiertos a lo inesperado, deseamos tener el espíritu abierto al asombro, la sorpresa y quizás a la transformación?, ¿Es que el compromiso de caminos inesperados hacia el bien se abren a nosotros?
Pero ¿ que pasa si los otros provocan en nosotros la resistencia? Tendemos rápidamente a escoger la indiferencia o pensar que tenemos razón.
«Ya ves, los Menonitas de tal o cual lugar…toman la Biblia demasiado al pie de la letra», o bien: «Los Menonitas Holandeses no leen la Biblia».
Si escapamos de la arrogancia pensando que somos nosotros los que tenemos la razón, entonces somos autosuficientes y nos encontramos más under construction (en obras).
En la carta a los Romanos está escrito: «No aspiréis a aquello que es elevado, pero dejaros atraer por la humildad».
Ni yo ni el grupo al que pertenezco conoce la verdad, juntos buscamos lo que está bien y perfecto. Juntos no significa únicamente la comunidad o los menonitas del mundo entero.
Pablo escribe: «Buscad lo que está bien ante todos los hombres».
El amor que hace libre es válido para todo el mundo.
Para mí, como pastora consultante para los centros menonitas en los Países Bajos, que son lugares de encuentro para creyentes y no creyentes, aprecio mucho la palabra hospitalidad. Leemos en Romanos 12:13: «Sed hospitalarios» (filoxenía). Esto significa literalmente: Amad al extranjero. Amar lo que es extranjero, diferente. Es lo más difícil que hay.
Todo lo que viene de fuera nos da miedo y hace que nos refugiemos en nuestro propio grupo, nuestra propia verdad, en imágenes que crean distancia, que mantienen a los demás donde están y los excluye. Todo aquello que es de fuera/extranjero molesta muy a menudo en nuestra vida.
Actualmente no es posible dejar fuera de nosotros a lo que es extranjero. El mundo en toda su diversidad se ha acercado a nosotros. Entra en mi habitación, lo percibo en la calle y no puedo ignorarlo.
Contrariamente, desde el punto de vista bíblico se me pide comprometerme, ir al encuentro de lo que es extranjero y de no reducirlo al silencio. Al tiempo que me muestro vulnerable. Desde el punto de vista del mundo quizás parezca que uno pierde su prestigio, pero según el evangelio, los hombres ganan cuando no son autosuficientes.
Es esto lo que la Comunidad de Barcelona ha descubierto también. Al principio la comunidad estaba encerrada en ella misma y contaba sobre todo la solidaridad entre sus miembros. Aún no estaban preparados a comprometerse hacia el exterior. Hasta que la soledad y la pobreza de las personas mayores del barrio, que ellos apenan conocían, vinieron a turbarles. Entonces decidieron no ignorar esta realidad. Se convirtieron en compañeros y camaradas. Fue esta solidaridad que les empujó a construir una residencia para gente mayor. La comunidad no se bastaba a sí misma.
No nos bastamos a nosotros mismos.
El mundo, donde cada vez más se enfrentan a las personas unas contra las otras, aspira también a nuevas relaciones, a la hospitalidad y el compromiso.
Pronto volveremos a nuestros hogares. Cuando me pregunten ¿Qué has hecho en Barcelona?, responderé contando una historia: Tres hombres se encuentran cerca de un montón de piedras y cuando se les pregunta lo que hacen, el primero responde: trabajo la piedra, el segundo responde, me gano la vida, y el tercero responde: construyo una catedral.
Espero que habéis hecho la misma experiencia que yo: aquí estamos construyendo una catedral simbólica.
Una Sagrada Familia para quien la libertad y el compromiso van juntos. Una catedral con forma de cruz. La señal de la contribución y la resurrección.
Todos nos llevaremos un pequeño trozo. Esto nos recordará que no somos autosuficientes, pero que cada uno tiene su valor en el conjunto.
Juntos aspiramos a no sobrevivir únicamente, pero a ser edificados en el bien y en lo perfecto.
Under construction (en obras) en las manos del Eterno.
Romanos 12,2 — Corinna Schmidt
No os dejéis amoldar por el mundo actual, sino que dejaos transformar por medio de la renovación de vuestro pensamiento, para que podáis discernir la voluntad de Dios, lo que es bueno, agradable y perfecto (Romanos 12,2).
Queridos participantes al CME, venidos de cerca y de lejos.
Nos encontramos a principios de abril, habéis oído bien, y yo me encuentro en un convento benedictino para empezar mi tiempo anual de ayuno en tranquilidad. Escucho las palabras de la carta a los Romanos: «No os conforméis a este mundo…» y veo las monjas que atraviesan el patio del convento a la hora de la oración; todo está bien regulado según un ritmo que se renueva cotidianamente. Ellas viven las reglas monásticas establecidas por san Benito; los cinco momentos de oración dan el ritmo a la actividad de cada día.
Efectivamente, aquí vivo otra dimensión del tiempo que aquella que reina en el mundo. Es por esta razón que me encuentro aquí. He buscado este lugar para disminuir mi ritmo, para liberarme del activismo que a menudo me domina, para tomar distancia frente a la corriente de este mundo.
Para mí, un lugar como este, es como una ayuda para andar, una muleta de la fe, para recogerme, para concentrarme en Dios y también para cambiar. En relación con el ayuno, esta paz monacal y la oración hacen que algo se renueve en mí. Ya sé de antemano que seré transformada cuando deje este lugar, después del tiempo pasado aquí.
Hoy, necesitamos lugares para hacer el balance sobre nosotros mismos y sobre nuestra fe, sin tener en cuenta las exigencias y expectativas de los demás. Estos días en el CME, puedo compararlo a este tipo de lugar; hasta hoy, día en el que tengo que hablar, he tenido la oportunidad de escuchar muchas cosas, he vivido encuentros, he vivido la riqueza, he descubierto el tesoro de nuestros diferentes caminos de fe; he aprendido sobre las diferencias de nuestras comunidades, y como cada una tiene su lugar, realiza su misión, donde cada una ha recibido una tarea diferente. Haciendo un pequeño camino juntos, también nos hemos parado, nos hemos liberado de nuestra vida cotidiana, hemos vivido la comunión, hemos orado, hemos podido —eso espero— fortificarnos recíprocamente en la fe.
«No os dejéis amoldar por el mundo actual, sino que dejaros transformar por medio de la renovación de vuestro pensamiento». En la traducción que yo cito, la frase tiene una forma pasiva. Pienso que esto refleja el pensamiento clave de Pablo. Quiere decir: sed conscientes que de hecho ya habéis vivido este proceso: por el hecho de que pertenecéis a Jesús, ya vivís aquí y ahora en otro tiempo. El hecho de que pertenezcáis ya a otro mundo, es un regalo que Cristo os hace.
Recordad esto.
Retener en el espíritu y recordar que «pertenezco a otro mundo, el mundo de Dios», significa que debo tomar el tiempo para escuchar a Dios, para entender lo que quiere decirme en este momento. Porque, si debemos examinar cual es la voluntad de Dios, como Pablo escribe, debemos hacer silencio y escuchar. Maire Hikey, la abadesa del convento donde yo me alojaba, lo ha formulado de la siguiente manera: «Buscar a Dios en comunidad, quiere decir en primer lugar escuchar de todo corazón lo que el Espíritu de Dios dice. Déjate transformar, deja que tu pensamiento se renueve: interrumpe tu actividad y escucha». Esto no es tan fácil de realizar en un mundo lleno de ruidos. No es fácil en un mundo que va rápido, en el cual aquel que tiene la palabra se confirma y el poder está en los elocuentes. Lo que producimos, no puede ser medido por nuestra capacidad de escucha. Lo que somos, lo que representamos, se mide por nuestras palabras.
«Dejaos transformar, renovad vuestro pensamiento». El que habla así, hace confianza al Espíritu de Dios que nos transforma. La que habla así, cree que no estamos obligados a producir esto nosotros mismos, y que no podemos estar en una actividad continua, si queremos experimentar la obra de Dios en nosotros.
Pablo escribe a una comunidad de personas que se esfuerzan de verdad en servir al Señor: así que no veo motivo para desanimarnos.
Mejor dicho, veo el peligro que con todas las solicitudes que nos llegan, no se nos ocurra pararnos, dejar nuestro trabajo, celebrar a Dios entre nosotros, hacer silencio y comprender cuál es la tarea que nos es realmente confiada. Esto también debe ser un alivio. Es una búsqueda, donde encuentro lo que es mío, lo que me conviene, el lugar en el que se encuentran mis dones. Yo no tengo que hacerlo todo.
Nuestro texto trata también de transformación y de cambio. ¿Se nos pide si queremos continuar como antes?, ¿Queremos dejarnos cuestionar? Por ejemplo, en mi iglesia en Alemania del Norte, me preocupo del tema siguiente: ¿Cómo nos abrimos nosotros? Vivimos en un contexto en el cual muchas personas se interesan por nosotros. Cuanto más vienen hacia nosotros, más podría cambiar nuestra comunidad. ¿Estamos dispuestos a esto, nosotros que somos menonitas desde generaciones?, ¿Tenemos miedo, ya que los cambios significan separarse de cosas que nos eran muy queridas?
En otras comunidades, en otros lugares quizás se hacen preguntas diferentes, que podrían representar una transformación y un cambio. En todo caso, para que pueda darse un cambio, una disposición interior favorable siempre es necesaria. Cuando Pablo escribe: «renovad vuestro pensamiento», pone en mi corazón el estar preparado a cuestionarme y también a cuestionar el funcionamiento de mi comunidad en cuanto a la forma de ser discípulo de Jesús. Esto es un verdadero desafío. Esto nos lleva algunas veces a un malestar, pero que nos permitirá progresar. |