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Que tu...
Que tus palabras no caigan en saco roto y zurzan el nuestro.
Que tus sandalias tracen nuestro camino hacia Ti.
Que tus enseñanzas se conviertan en nuestro diccionario.
Que tus parábolas sean nuestra realidad diaria.
Que tu soledad en el desierto no nos deje solos.
Que tu amor por los niños nos devuelva la inocencia.
Que el humilde pollino sea nuestro caballo de batalla.
Que tu ira en el templo aplaque la de los gobernantes de hoy.
Que tus milagros no sirvan de excusa.
Que la traición no se vea recompensada.
Que tus temores nos hagan más valientes para no negarte.
Que tu desesperación en el huerto, sea la puerta de nuestra esperanza.
Que tu sufrimiento alivie nuestras penas.
Que tus heridas cicatricen las nuestras.
Que el penoso madero aligere el peso de nuestros pecados.
Que los infames clavos no nos anclen en el rencor y en el odio.
Que tu perdón desde la cruz nos haga más humildes.
Que tu resurrección afiance nuestra fe.
—M.M.M.
[Marcos Morales leyó este poema suyo en abril, en la Iglesia Menonita de Barcelona.] |
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Portada Nº 135
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