La música sacra de Bach y Händel
12 de agosto de 2020 • Lectura: 4 min.
Los lectores que me conocéis, sabéis que me apasiona la música. Tocar el violín —o la viola, según me apetezca— en nuestras reuniones de iglesia en Burgos ha sido habitual para mí durante casi cuarenta años. Es mi forma predilecta de adorar y alabar al Señor…
Tengo una amplísima colección de música de diversos estilos, pero mayoritariamente clásica, que suelo oír regularmente por orden aleatorio según me la va tocando mi ordenador. Así es como ayer «me tocó» oír una vez más el Mesías de Händel.
Hay en la segunda parte del Mesías un aria en voz de contralto, que cuando la oigo me suele hacer llorar. Ayer también. Me quedé pensando cómo es que me pasa esto con Händel, pero no recuerdo haber llorado nunca, por ejemplo, con La Pasión según San Mateo, o La Pasión según San Juan, de Bach (contemporáneo de Händel).
Tengo una teoría al respecto, que le conté a Connie y ahora os cuento:
Juan Sebastián Bach fue un músico de iglesia, organista afamado y director de coro de iglesias luteranas importantes de Alemania. Compuso muchísimas obras seculares también, pero durante muchos años se ganó la vida creando música solemne y maravillosa para acompañar el culto luterano. Es música concebida para sonar gloriosamente en cavernosas catedrales, acompañando una liturgia solemne y ampulosa, liturgia desprovista de «sentimentalismo superficial». La liturgia luterana, como las imponentes catedrales góticas, como la música sacra de Bach, impulsan el recogimiento, la sensación de pequeñez personal frente a la grandeza y majestad del Señor.
La música de Bach es, entonces, como las catedrales góticas. En esas catedrales, la inmensidad de su arquitectura, sus arcos altísimos que obligan a elevar la vista, todo allí invita a admirar el genio creador de Dios, reflejado, como en un espejo, por la creatividad humana para tallar tan singulares maravillas en piedra.
Bach construye una réplica musical de esa majestuosidad gótica. Sus preludios y fugas para órgano, sus cantatas y pasiones, su Misa en Si bemol, contienen una complejidad, una arquitectura interna inmensamente adornada pero siempre firmemente controlada por la destreza y disciplina del maestro. Oyendo las obras para órgano de Bach, oyendo cualquiera de sus numerosísimas cantatas y demás obras de música sacra, el espíritu se eleva en alabanza y adoración del Creador y Salvador de la humanidad. Uno bendice a Dios por el privilegio de haber nacido humano; haber sido dotados, por el Creador, de su mismo espíritu de creatividad ilimitada. La música de Bach eleva el espíritu.
Georg Friedrich Händel tuvo una trayectoria musical diferente. Fue también un notabilísimo organista, lo cual significa haber tocado mucho en la iglesia. Pero dedicó gran parte de su carrera a componer ópera. ¡Compuso la friolera de 42 óperas! Durante algunos años fue un caso curioso: un compositor alemán, que componía ópera italiana, para un público inglés en Londres.
La ópera de moda en aquella época solía tener temas «clásicos» es decir inspirados en el mundo griego y romano de la antigüedad, con la intervención de dioses paganos. Supongo que no era muy distinto eso a la moda de películas y series con superhéroes hoy día.
Para gran parte del público inglés de la época, sin embargo, estos temas paganos empezaban a perder interés. La ópera empezaba a verse como profana, inmoral, ligera, contraria a la religión y las buenas costumbres. Händel, con una inmensa sagacidad para ver de qué lado soplaba el viento, dejó de componer óperas y empezó a dedicarse a las cantatas y oratorios. Las cantatas eran obras no muy extensas, para coro, voces solistas, y orquesta. Podían tener temas profanos —celebrando victorias militares y temas nacionalistas, por ejemplo— pero también, especialmente, temas sacros. Händel acabó componiendo 120 cantatas.
Los oratorios eran obras mucho más extensas, también para coro, voces solistas, y orquesta. Händel compuso 25. La temática de los oratorios era típicamente sacra, inspirada en la Biblia, aunque podían tener una temática alegórica edificante. El texto del Mesías, por ejemplo, está construido enteramente de textos bíblicos. Es parte de la fuerza que tiene como música sacra, el haberse limitado exclusivamente a poner música a versículos de la Biblia.
Los oratorios de Händel eran sin embargo, a todos los efectos, óperas. Lo eran en extensión: dos horas o más. Pero lo eran también en el estilo musical. Si la música sacra de Bach es intelectual y espiritual, la música sacra de Händel es emotiva y sentimental. Ya comenté que no recuerdo haber llorado con Bach. Pero con Händel he llorado de tristeza, como ayer, al oír su versión del texto de Isaías sobre el Mesías: «Fue despreciado y desechado de los hombres, varón de dolores y experimentado en aflicción». El patetismo opertístico de esa melodía te mete una tristeza en el alma que al final tiene que desahogarse en sollozos. Y también he llorado de gozo, adoración y triunfo algunas veces al oír su coro «Aleluya», también en el Mesías.
Como la ópera, entonces, y porque era un maestro compositor de óperas, los oratorios de Händel tocan con genialidad musical las fibras más hondas del sentimiento humano.
¿Es eso menos «espiritual» que el efecto de la música de Bach? Creo que no. En mi opinión son, indudablemente, expresiones igualmente válidas, aunque distintas, de la espiritualidad cristiana.
Música Sacra y Fidelidad Eclesial
Hola, Dionisio,
En la mayor parte, estoy de acuerdo contigo, aunque no he escuchado todas las obras de los dos compositores. Encuentro la música de Händel más accesible y cantable, que sí llega al corazón. Hay partes del Mesías que también me hacen llorar. Ayuda que el texto está en mi lengua materna. No sé qué tipo de creyente era Händel, pero me parece que Dios ha utilizado esta obra magnífica para anunciar cada año por la época de Navidad el mensaje de Jesús.
Ahora hace poco, durante este tiempo de cuarentena, el doble motete #2 de Bach, Der Geist Hilft Unsrer, con el texto de Romanos 8:26-27, también me ha conmovido, casi en la misma manera del Mesías. ¡Qué el Espíritu nos siga ayudando siempre en nuestra debilidad!
Gracias, Dionisio.
Bach y Haendel son mis dos músicos clásicos favoritos. El barroco me pierde.
Concuerdo contigo que me sobrecoge y «eleva» la música sacra de Bach y sí «El Mesías» me emociona hasta la médula.
Gracias por compartirlo.
Gabriel.