Colección de lecturas
 

Corrientes anabaptistas
La historia en conversación con el presente


Anabaptist Currents: History in Conversation with the Present
Carl F. Bowman and Stephen L. Longenecker, eds.
Copyright © 1995 Forum for Religious Studies
Bridgewater College — Bridgewater, Virginia (USA)
Traducción: Dionisio Byler, 2008, para www.menonitas.org


Conversación VIII
Membresía

  1. Membresía y adoctrinamiento en las iglesias anabaptistas
    por Donald F. Durnbaugh
  2. Lo que se espera de los miembros
    por John David Bowman

Donald F. Durnbaugh nos recuerda que las exigencias para hacerse miembro en los Hermanos y los menonitas, se han centrado históricamente en la conversión, el compromiso, el discipulado y la discipilna. Al ir madurando el menonitismo, desarrolló métodos formales, entre ellos diversos catequismos, para imprimir en los candidatos al bautismo estas exigencias. Los Hermanos, sin embargo, han preferido otros procesos mucho más informales para la instrucción: familias, el culto, las relaciones personales y una «absorción generalizada» de la cultura eclesial. El pietismo, sugiere Durnbaugh, complementa la noción anabaptista de membresía al añadirle «la necesaria respuesta personal» al componente comunitario de membresía. Señala que la fe sentida en el corazón, que frecuentemente se considera ser típica de los Hermanos, fue también esencial para los menonitas y que la teología de humildad, normalmente asociada con los menonitas, también es aplicable a los Hermanos.

John David Bowman duda que los anabaptistas modernos puedan recuperar rápidamente sus presuposiciones tradicionales respecto a la membresía. Observa poco cuestionamiento de ello en el protestantismo mayoritario, que al contrario, demuestra un marcado interés en muchas de las prácticas anabaptistas —entre ellas, la unción con aceite, el discernimiento comunitarios, el lavamiento de pies y la no violencia—, Bowman admite que esta falta de cuestionamiento sólo ahonda el dilema de la definición de los anabaptistas. Un reto mucho más serio que el de las otras comunidades de fe, es el del individualismo moderno. La afiliación al grupo ha perdido su centralidad como fuente de identidad personal mientras que una actitud de libre mercado respecto a la membresía ha transformado el evangelismo en marketing, y el compromiso en preferencias del consumidor. En estas circunstancias, el que se pueda reinstaurar la disciplina en la iglesia y volver a un bautismo adulto (posterior a la adolescencia) parece muy poco probable.