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  Nº 120
Marzo 2013
 
  Diccionario de términos bíblicos y teológicos


escatología — Discurso o investigación que trata sobre «los últimos tiempos», el final de la historia, el fin del tiempo.  (Del griego, éschatos, último).

En las etapas más antiguas de la fe de Israel no se observa ningún interés en el fin del mundo, salvo tal vez en un sentido negativo:  La historia de Noé incluye la promesa expresa de que Dios no volverá a eliminar la totalidad de la vida de la Tierra.

Posteriormente algunos de los profetas —notablemente Isaías— hablan del juicio del Señor contra Samaría y Jerusalén en términos que dan a entender un colapso ecológico que va mucho más allá de lo que se produciría con una derrota militar y la esclavización de la población del país.  Asimismo algunas de las profecías de reconstrucción nacional se expresan en términos que dan a entender la revitalización generalizada de la naturaleza entera.  Bien es posible que el lenguaje que utilizan los profetas sea el habitual entre los pueblos de aquella parte del mundo para describir el ciclo anual de la naturaleza —el invierno y la primavera—, pero ahora ese lenguaje se emplea para describir un evento presumiblemente único en el futuro, cuyos efectos serán «el fin del mundo» —del mundo tal como lo conocían los israelitas— y el auge de «un mundo nuevo».

El profeta Ezequiel dio un impulso notable a esta manera de entender el futuro de Israel como algo que transforma no solamente la historia humana sino toda la naturaleza.  En su descripción del Israel del futuro en los últimos capítulos del libro, ya no se reconoce la geografía natural del país, que ahora será absolutamente simétrico, como un inmenso jardín artificial donde ya no caben los rasgos naturales del territorio.  Su descripción del templo futuro se escapa de lo naturalmente posible y tal vez hubiera que intentar imaginarlo en cuatro dimensiones (que no solamente las tres de largo, ancho y alto).

Esta tendencia a describir el futuro de Israel en términos cada vez más fantásticos culmina —en el Antiguo Testamento— en algunas partes del libro de Daniel (escritas en el siglo II a.C.).  Aquí la historia de varios siglos se explica como vista de antemano en visiones, donde diferentes elementos de la visión van representando una sucesión de eventos históricos.  Estos culminarán en una última gran intervención redentora del Señor, que restaurará la gloria de Israel.  Podemos saber con más o menos exactitud cuándo se escriben estas visiones «escatológicas» —de los últimos tiempos— porque consisten de una parte histórica y otra parte de descripción del difícil presente de Israel, y por último una serie de predicciones, algunas de las cuales se cumplieron pero otras no.  El autor describe con exactitud el pasado y el presente, naturalmente, pero sus predicciones del futuro carecen de esa misma exactitud.

Esa falta de precisión en la última parte, la que describe lo que ha de acontecer en el futuro, ha dado lugar a multitud de interpretaciones y especulaciones futuristas, que aplazan el cumplimiento hacia un futuro lejano.  Como pasa con el propio autor de Daniel, esas interpretaciones suelen ser creíbles hasta el presente y se considera que los aspectos futuros están por caer muy próximamente.  Hasta ahora —y llevamos dos mil y pico años con ello— todos esos intentos de pronosticar con exactitud el futuro vienen fracasando.  Pero las ansias de volver a intentarlo son lo que nos ha legado la «escatología» —que trata del anunciado fin del mundo y de la historia.

Es habitual considerar que el Apocalipsis de Juan, en el Nuevo Testamento, comparte esta misma tendencia a la especulación futurista.  Un servidor que escribe estas líneas, sin embargo, considero que Juan emplea ese mismo género literario de visiones y revelaciones angelicales, para narrar las consecuencias universales de un hecho que ya se ha producido en el pasado: la venida del Mesías, Jesús.  El Apocalipsis no versaría entonces sobre un futuro lejano, sino sobre la importancia presente y eterna del Cordero Inmolado.  Lo importante no sería lo que va a pasar sino lo que ya ha pasado.

La escatología se suele construir sobre la base del Apocalipsis, algunos capítulos de Daniel, ciertas afirmaciones de Jesús (en los Evangelios), algunos versículos de Judas y 2 Pedro y varios pasajes de Pablo sobre la resurrección, el «anticristo» y el juicio final.  La esperanza de gloria y un desenlace feliz de la historia humana es el meollo de la escatología cristiana.  Las especulaciones detalladas sobre lo que ha de venir, sin embargo, han resultado ser siempre —sin excepción— falsas y vanas.  Tienden habitualmente, además, a apuntalar actitudes de juicio y condenación y a justificar la violencia y las guerras.

—D.B.

 
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